Las lágrimas compartidas de millones

 

Un domingo de emociones, vibrante, en el cual millones de argentinos, hermanos latinoamericanos y futboleros de todo el mundo nos abrazamos, lloramos, reímos, nos enojamos por momentos, sentimos que la felicidad nos explotaba en el cuerpo, que no nos alcanzaban los espacios, para decir que por fin conquistamos aquello que se nos venía negando. El campeonato del mundo.

Para la Argentina es bastante más que un campeonato del mundo, quizás es un cierre de etapa en muchas cuestiones que nos interpelan, es sentir que se hizo justicia, porque nos lo merecíamos, no por arrogantes o por necios, sino por aguerridos, por el esfuerzo, por tanta lucha y por el equipo. 

Si, el equipo, esa palabra que es tan fácil de decir pero tan difícil de conseguir: “equipo”. Porque una vez más quedó demostrado que cuando hay equipo, hay un solo corazón latiendo por todos los corazones afuera y adentro de la cancha, porque cuando hay un equipo, hay un solo objetivo común que nos encuentra unidos en torno a una idea y haciendo en consonancia con ella. 

Porque quedó demostrado, una vez más, que siempre y todos los temas y en todos los momentos, los proyectos colectivos son más importantes y efectivos que los rendimientos individuales, por más mágicos que parezcan, por más que aparezcan en el momento justo, por más que superen a los rendimientos individuales rivales. 

En Argentina el domingo ganó el equipo, el corazón compartido de los que estaban adentro de la cancha y de los que estaban afuera, allá en Qatar, acá en las calles de todo el país, en cada país hermano donde había alguien con los ojos mojados porque nos veía levantar la copa que hace 8 años deseamos desde lejos y que no se nos dio. 

Quizás todavía necesitemos entender que la naturaleza de un equipo cambia la perspectiva, que los proyectos colectivos, que los objetivos comunes y que la fuerza compartida es invencible. Pero tenemos la plena seguridad, de que si este domingo pudimos saltar la grieta y estar todos del mismo lado, entonces nada está perdido y solo queda mirar para adelante para construir una Nación con la más plena unidad y solidaridad de clase.