8 de marzo: la mirada de la mujer

 

Este 8 de marzo tiene un significado ciertamente especial. Hace un año exactamente el mundo se preparaba para enfrentarse a lo desconocido, comenzaban las primeras armas contra un enemigo invisible que ya desde el inicio prometía una guerra difícil contra lo imperceptible. Para las mujeres ese contexto, no solamente significaba una nueva vida, sino en algunos casos enfrentar la realidad del peligro.

Así es como mientras para muchos “quedarse en casa” era la solución, para algunas de las luchadoras del campo popular, era enfrentarse al confinamiento de la violencia y porque no, a la posibilidad de la muerte. Los femicidios se multiplicaron al tiempo que creció la violencia y se profundizaron las desigualdades y las trampas de un sistema que con la profundización del neoliberalismo precarizó la vida de los pueblos y particularmente de las mujeres.

Tal como lo aclara la marcha mundial de mujeres “las desigualdades en el acceso a la salud dejaron clara la necesidad de resistir al brutal avance del mercado y sus transnacionales. Nos endeudan, toman nuestras tierras, destruyen y venden la naturaleza, atacan nuestra soberanía alimentaria y buen vivir”. Paradógicamente son las mujeres quienes combatientes de la pandemia han sostenido el sistema de salud, la educación a distancia y el establecimiento de comedores comunitarios para revertir la devastación económica de la pandemia, en la Argentina pero también en el mundo.

En medio de este caos, este año también quedará en la historia como el año en el cual las mujeres dieron un paso más sobre la soberanía de sus cuerpos: avanzando con la sanción de la interrupción voluntaria del embarazo, en instituciones estatales podrá también avanzarse sobre la posibilidad de acabar con las muertes por abortos clandestinos.

Este 8 de marzo, quizás las mujeres saldrán un poco menos a las calles, pero el día internación de la mujer trabajadora, no va a dejar de ser un día de reflexión y de lucha, un día donde los procesos colectivos de resistencia que confrontan a la lógica neoliberal de destrucción del Estado, privatización, competitividad e individualismo, se visibiliza. Un año en el cual la precarización del trabajo y de la vida, empiecen a ser un tema de debate, junto con la división sexual del trabajo y de los cuidados para alumbrar finalmente a un cambio cultural, social, político e ideológico que nos invite a reconstruir una nación libre y soberana.