Todo está guardado en la memoria

 

Se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Sandra y Rubén, y no es un dato menor, porque pone de relieve una realidad que, que pandemia mediante, pareciera desaparecer ante nuestros ojos: la desidia y el abandono que sufrieron las instituciones públicas y fundamentalmente la salud y la educación en los últimos años.

Así como para hablar del sistema de salud pública hay que ponernos en contexto, vale destacar, que para hablar de educación pública también hay que ponernos en contexto. Un 2 de agosto a las 8.06 de la mañana como todos los días, Rubén auxiliar de educación y Sandra vicedirectora de la escuela número 49 de Moreno, estaban listos para abrir las puertas a los chicos que ansiosos concurrían al establecimiento. Con el desayuno preparado y con todas las ganas de quien espera un nuevo día.

Sin embargo, unos minutos antes de abrir el establecimiento, la falta de mantenimiento de las escuelas se hizo presente para llevar a la explosión y a la muerte a quienes todos los días con amor y mucha dedicación se ocupaban de asistir a los niños. A las 8.06 la escuela exploto y con ella se fueron los sueños de Sandra y de Rubén que estaban en esas horas a minutos de abrir las puertas.

A partir de allí Moreno se convirtió en el reflejo de la realidad de lo que estaba pasando con las escuelas públicas: la falta de presupuesto, de mantenimiento ante instituciones que no hacían otra cosa tampoco que reflejar los datos de la realidad. Barrios que saltaban de la pobreza a la indigencia, sin escalas y mostraban un conurbano bonaerense  que desde lo profundo se desangraba cada vez más. Sin embargo, un dato más galopaba desde el silencio, que pocos advirtieron pero que cada vez se iba haciendo más visible y es que unos meses antes, el 6 de febrero de 2018 para ser más precisos y luego de la no renovación de los contratos de sus trabajadores en diciembre, la provincia anunciaba la disolución de la Unidad Ejecutora Provincial, más conocida como la UEP.

Lo que nadie advirtió es que esa Unidad Ejecutora que desaparecía al ritmo que gran parte de la sociedad hablaba de un Estado sobredimensionado, era la encargada de la puesta en marcha y el mantenimiento de las escuelas y de los jardines y que quizás esa decisión llevaría a las consecuencias ya conocidas. Nada sucede porque sí. Sandra y Rubén quedarán  en nuestra memoria y serán carne de nuestro dolor, pero es importante no olvidar que a veces la ausencia del Estado  también se paga con vidas.