El ojo de la tormenta

 

No se trata solamente de volver para atrás, se trata de entender que entre todos tenemos una responsabilidad de cuidarnos, de creer en la salud del otro, de pensar que lo tenemos cerca aunque quizás todavía no lo vemos, porque no lo enfrentamos nosotros mismos o no lo tenemos en algún conocido. Se trata de pensar que cuidarse y cuidarnos, es una responsabilidad compartida, y que es la única medida que salva vidas.

Estamos en un 25 de Mayo diferente. Un día patrio que demuestra que “hacer patria”, es ser solidario, es pensar en el otro, es ayudar al vecino de edad avanzada que tenemos al lado para que no salga a hacer las compras, es usar barbijo para proteger al que no puede tomar distancia porque nos cruza en una calle angosta, y respetar que “mis derechos empiezan donde terminan los del otro”.

Estamos protegiendo el derecho a la vida, y mientras tanto avanzamos, parece que no alcanza con la detección temprana del virus, con  la excelencia de los controles médicos, con el refuerzo del Estado para dar respuestas, para que nadie se quede sin atención médica, también hay que entender que en esta pelea estamos todos juntos. 

La curva se acelera, sabíamos que iba a llegar este momento, pero lo más importante  es que creemos que estamos listos, no solamente como Estado y como sistema sanitario, sino también como sociedad comprometida en entender que en esta lucha se sale con un estricto sentido de la responsabilidad colectiva. 

El mapa de los contagios, que por cierto eran inevitables, nos llaman a la reflexión: la discusión de la redistribución de las riquezas en nuestro país es necesaria, el debate sobre la descentralización de las grandes metrópolis vuelve a alzarse como temática ante un país tan vasto en extensión, pero tan concentrado en relación a su distribución demográfica. 

Trece millones de habitantes se alzan en el  AMBA; la región metropolitana de Capital Federal y del Conurbano Bonaerense, llegó el ojo de la tormenta, habrá que plantearse políticas futuras quizás para que no siempre, el país tenga que dividirse en dos.