País blindado: máximas medidas de seguridad 

 

Avanza la pandemia, a pasos más acelerados en el mundo, un poco más lentamente en Argentina, pero lo cierto es que avanza sin pausa. Muchos nos preguntamos cuál será el orden mundial cuando todo esto termine, cuál será el orden económico y el político de algunos países que ya ante la necedad de sus gobernantes están recibiendo el malestar de los pueblos y los pedidos de renuncia. 

Mientras tanto, Argentina por primera vez en mucho tiempo se va convirtiendo en un modelo a seguir desde su gobierno, en una ventana al mundo de previsibilidad. 

Desde uno de los primeros momentos insta al aislamiento obligatorio, a #QuedarseEnCasa entendiendo que no hay derecho más importante que defender en estos momentos, que el derecho a preservar la vida. Batalla contra la negligencia de los ciudadanos que salen igual, e instaura medidas de seguridad para que haya menos contagios.

En medio de esta situación, algunos irresponsables (unos 30 mil), que no entienden que el desarrollo de la pandemia avanza sin pausa, definen irse igual de vacaciones una vez que el primer caso en Argentina ya había aparecido. Luego piden repatriación a gritos y culpan a otros.  El gobierno hace esfuerzos denodados para que los ciudadanos puedan volver con sus familias, pero la crueldad se ensaña y los primeros vuelos multiplican los contagios, porque incluso aquellos que ya están en suelo argentino rompen en algunos casos la cuarentena y siguen contagiando. 

Ante esto, y la circulación del virus permanente del virus, la Argentina se blinda,  cierra sus fronteras deja los vuelos de repatriación y empieza a pensar medidas paliativas para aquellos que quedaron del otro lado del planeta. 

¿Cuándo vuelven las clases?, se preguntan algunos mientras miran las nuevas medidas pero no advierten que la enfermedad ya ha dejado víctimas de las edades de sus hijos. Porque conforme avanza también se convierte en un peligro para gente que todavía no lo era. La situación es nueva, cambian las modalidades de trabajo y queda claro que las responsabilidades ya no son las mismas. Pero algo queda claro, independientemente del aislamiento obligatorio que se impone y la individualidad que esto genera… la pandemia solo se vence entre todos.