Que es lo que se presupone del presupuesto

Días convulsionados vive el país. En principio porque la política económica, como hemos dicho en otras oportunidades, apuesta a la sequía a la baja del consumo y la posibilidad de ir eliminando la plaza de dólares y de pesos y en segundo lugar, porque la inflación no ha cedido, porque siguen los aumentos de precios y porque la creencia en las instituciones ha caído también de forma estrepitosa.

La gente no se deja engañar: aquellas “conversaciones” con el Fondo Monetario Internacional, se convirtieron en una deuda que ya muchos dudan en la posibilidad de pagar, pero que además, trajo consigo nuevamente las banderas de un organismo de crédito que ha traido en otras oportunidades pobreza y hambre y que ahora nuevamente ha inaugurado sus oficinas en el país poniendo  en vilo nuevas exigencias, que en suma manejan la economía, y condicionan la soberanía política.

El gobierno tomó un crédito inicial de 57.100 millones de dólares, de los cuales recibió 15 mil millones en el mes de junio de este año, no obstante eso; en agosto (dos meses después), la crisis financiera obligó al gobierno a replantear el plan de endeudamiento y a pedirle al organismo de crédito que adelante otros 13.400 millones, que podrán al gobierno en la situación de haber usado a fines de este año unos 28.400 millones de dólares, sin haber podido resolver la crisis social, político, económica que sufre la población.

Uno podría pensar que es difícil la planificación para quien no ha podido planificar exitosamente la economía desde su asunción y por eso el FMI tiene una propuesta: La propuesta del FMI es clara: llegar al déficit 0. Para respaldarla, el organismo enviará un crédito de 22.800 millones de dólares el año que viene, garantizando, según la administración Macri, hacer frente a las necesidades financieras hasta el fin de mandato: lo que quiere decir que en un año y medio la se habrán consumido unos 51.200 millones de dólares en deuda pública, dejando 5900 millones de dólares para disponibilidad del gobierno entrante.

El precio es el ajuste: el gobierno se comprometió a un recorte presupuestario de 650 mil millones de pesos, que se dividirá en 92.000 millones de pesos de recorte en obras públicas, 10 mil millones de pesos menos para educación y en salud unos 2 mil millones. En políticas de vivienda y desarrollo urbano la quita será de 8000 millones.

Además se prevén una caída de asignaciones familiares en un 3.7 por ciento, y de pensiones al adulto mayor en otro 6.4 por ciento. Se llevará un recorte del 18 por ciento a los subsidios por desempleo, y 600 millones de pesos en los programas de creación de empleo. Para el sector público, se prevé desde un recorte del 18 por ciento en salarios, hasta unos 140 mil despidos de trabajadores hasta 2020.

Es muy difícil hablar de la posibilidad de un equilibrio en la balanza (o déficit 0), cuando se tendrán que pagar desde el vamos unos 600 mil millones de intereses de la deuda generada. Resulta además lo suficientemente irresponsable pensar que la próxima administración deberá hacerse cargo de la deuda generada, cuando esta administración no pagará ni un solo dólar del capital del préstamo tomado.  Todo esto permite presuponer que el “presupuesto”, solo trae consigo más recesión, más indiferencia, más hambre y más pobreza.