El sueño Argentino

La ilusión que se renueva cada 4 años es parte de una nueva oleada de emociones, de encuentros, de desencuentros, de sorpresas, de alegrías, de broncas, que por un momento nos hacen olvidar de los partidos políticos, de la economía que trata de salir a flote, de las dificultades que tenemos que enfrentar. Porque la única dificultad en ese momento en que nos sentamos delante del televisor, es ganar el partido. 

Despertarse temprano, preparar el mate, o comer algo en familia al mediodía, juntarse con amigos, invitar al vecino, hasta dejar que el repartidor se quede cinco minutos más porque justo hay una jugada de riesgo. Poner la radio a todo lo que da, escuchar cada movimiento. 

Y no es porque ignoremos otras realidades, es porque la sangre de la cultura futbolera nos aflora en la piel, porque queremos y necesitamos ganar, porque trabajamos para eso, porque necesitamos esa alegría después de cuatro años donde pasó de todo, para todos.

Y por primera vez en mucho tiempo, todos tiramos para el mismo lado, con los mismos colores, con la misma bandera, con un sueño compartido. Y no podemos dejar de preguntarnos, porqué nos cuenta tanto ponernos la misma camiseta en otras situaciones. Si la pasión por cada club particular que rezaga frente a la camiseta argentina, porqué los colores políticos no pueden hacerlo en torno a sacar adelante el mismo país que en este torneo se la juega. 

Es algo para pensar, como sentimos que nos jugamos todo, y somos capaces de abrazarnos con extraños, como nos duele cada pelota errada en el alma y pasamos amargados todo un día, pensando en una jugada, pero cuando se trata de pensar en unirnos en torno a mejorar las condiciones básicas de nuestra nación nos cuesta más, no abrazamos a cualquiera, no pensamos en los proyectos. 

Argentina somos todos, que este mundial, que ponernos la camiseta, la misma todos juntos, dure después de que se bajen las banderas de Qatar, y alguno (ojalá argentino) levante la copa. Vamos Argentina.