El día después de mañana

 

Con la multiplicación de los casos en el AMBA, región metropolitana y la aceleración en la Capital y el Conurbano del ritmo de la enfermedad, empiezan de nuevo las preguntas: ¿Qué hacer con el aislamiento social preventivo y obligatorio?, ¿Cómo resolver la cuestión económica? ¿Qué priorizar a la hora de hacer un balance de la sociedad?.

Lo cierto es que hay una discusión que ya se plantea en todo el mundo y que va a ser la punta de lanza de los próximos meses: cómo resolver la situación de las ciudades que están sobrepobladas demográficamente y el vasto territorio que detentan algunos países, cómo resolver la pobreza estructural que mantienen las grandes ciudades, que contienen barrios donde los vecinos viven con hacinamiento, y pobres condiciones de vivienda. 

La precariedad de la vida, es una terminología que usan ya muchas organizaciones y que marca un fenómeno de degradación de las condiciones de vida, y  empleo que se padece por personas y colectivos, y que dificulta la realización de proyectos de vida personales emancipados, desarrollar la libertad personal y colectiva, y el ejercicio libre de derechos ciudadanos y políticos plenos.

Está claro que el virus no elige a quien enfermar en este contexto de rapidez, pero lo cierto también es que no es el mismo daño el que hace en una población vulnerada, que en una población que no vive en uno de los llamados “barrios populares”, que no son más que barrios que no cuentan con las condiciones necesarias para garantizar una reproducción digna de la vida. 

En este contexto, más allá de preguntarnos qué hacer con la cuarentena, cómo salir de esta situación, lo importante sería también empezar a interpelarnos sobre cómo abordar a su vez, la desigual distribución de la riqueza, la pobreza estructural y como descentralizar los grandes conglomerados urbanos de manera tal que no existan sobrepoblaciones sin condiciones dignas. 

La que parece una discusión estéril y para otro momento, es la piedra angular de salir de la Pandemia de una forma que no solamente reconfigure el orden de las sociedades, sino también que además permita una solución a los problemas de inequidad que viven las sociedades basadas en el capitalismo, que suelen concentrar las riquezas en pocas manos para derramar en una catarata que en líneas de la experiencia: nunca llega.