La grieta invisible

 

Nos acercamos al día clave para saber cómo seguimos. Cada quince días nos detenemos para hacer un análisis sobre la situación epidemiológica real que se maneja en Argentina y en el mundo. Si miramos para afuera, lo cierto es que algunos países del norte, que ya han pasado por su peor situación están abriendo nuevamente sus economías, con sigilo, con cuidado, y con mucho respeto a una enfermedad que ha mostrado lo endebles que pueden ser sus sistemas sanitarios.

Si miramos para adentro, la curva se ha achatado (demasiado para lo que dicen algunos), y los contagios van más lentos pero a paso firme. Los grandes centros urbanos, también tienen grandes problemas y desnudan una realidad: en los lugares donde la pobreza y la vulnerabilidad se ensañan, la enfermedad también se apura y va demostrando que donde no se puede (por las condiciones habitacionales), hacer el aislamiento social, preventivo y obligatorio con algún grado de rigurosidad, la situación epidemiológica se hace más visible y más rápida. 

Esta problemática no es nueva, tiene que ver con la situación de vulnerabilidad que tienen algunas familias, y las diferencias que se generan entre las familias que ya de por sí están excluidas del sistema y el núcleo de familias que tienen la suerte de autoabastecerse. La grieta está ahí y la necesidad de tomar decisiones políticas a la salida de esta pandemia, también. 

La salida de la pandemia no va a ser fácil, el mundo enfrenta una crisis económica sin precedentes, y la Argentina, que ya venía de años de recesión económica, también. Pero toda crisis aporta un grado de oportunidad. Y en ese sentido, es que la esperanza de no volver a concentrar en pocas manos la economía es la clave que permita una redistribución justa y más solidaria. 

Hasta hoy, las decisiones que se han tomado han sido las correctas, y han salvado la vida de millones de argentinos que dependían del sistema público de salud. Pero ahora vienen las decisiones difíciles. Qué priorizar es la situación de desvela a quienes tienen que tomar las difíciles decisiones que reactiven la economía pero que no pongan en juego la vida. Mientras tanto, muchos de nosotros nos preparamos para vivir una reconversión de los órdenes económicos así como los conocíamos. Una reconversión de la vida.