“Cementerio de animales”: la novela de Stephen King vuelve modificada

Kevin Kolsch y Dennis Widmyer llevan a cabo una alteración esencial del argumento original que quizá enfurezca a los fans más puristas de Stephen King, pero que es positiva en tanto que multiplica la capacidad aterradora de la historia.

¿Y si, al morir nuestra mascota, hubiera un lugar en el que enterrarla desde el que pudiera volver a la vida? ¿Y si el mismo método fuera aplicable a los humanos? Esa era la premisa de ‘Cementerio de animales’, novela que Stephen King publicó en 1983 y que, pese a no llegar a alcanzar nunca el estatus de sus obras más célebres –’Carrie’ o ‘El resplandor, por ejemplo-, inmediatamente se convirtió en una de las favoritas de los fans. Seis años más tarde llegó a los cines una versión cinematográfica escrita por el propio King, ‘Cementerio viviente’, que fue un gran éxito de taquilla. Su secuela, estrenada en 1992, fue un desastre.

Ahora, la nueva adaptación a la pantalla del libro recurre a la misma premisa argumental: recién trasladados a la tranquila localidad de Ludlow, Maine, los Creed descubren que al lado de su propiedad hay un camposanto para mascotas. Su vecino les advierte de que hay lugares que no deberían ser explorados pero, cuando son sacudidos por la tragedia -primero se les muere el gato, luego pasa algo mucho peor-, la prole decide desoír el aviso.

Los directores Kevin Kolsch y Dennis Widmyer llevan a cabo una alteración esencial del argumento original que quizá enfurezca a los fans más puristas de King, pero que sin duda es positiva en tanto que multiplica la capacidad aterradora de la historia. Asimismo, la nueva versión aporta una sorprendente dosis de oscuro sentido del humor que ofrece puntuales alivios de la negrura y la aflicción generales. Kolsch y Widmyer mantienen la atmósfera eficazmente lúgubre y opresiva, solo saboteada por algunos efectos digitales tan sorprendentemente rudimentarios que enfrían el ambiente y por un último tercio de metraje durante el que la película sucumbe a la estupidez.

El desafortunado desvío, eso sí, no desluce la hondura psicológica que ‘Cementerio de animales’ muestra incluso en sus momentos más violentos, y a través de la que medita sobre cómo las tragedias del pasado resuenan en el presente, y sobre cómo ciertas decisiones vitales acaban persiguiéndonos para siempre.