El brazo represivo en la disputa de género

El mes de la mujer dejó varias situaciones complejas que se vieron en la calle y que plantean interrogantes sin resolver. Más allá de de la enorme movilización que volvió a colmar las calles de Buenos Aires y las principales ciudades del país, y la muestra cabal de la necesidad de rediscutir en plano de igualdad todas las cuestiones que hacen a los géneros y diversidades, lo cierto es que la disputa de sentido y la problemática de la desigualdad está lejos de saldarse.

Las últimas imágenes muestran la clara decisión de borrar con los actos lo que se dice con las palabras. No se trata de prometer situaciones de igualdad que no llegan, se trata de demostrar con actos el respeto y la voluntad de acortar la brecha que separa a varones y mujeres, entre otros tantos géneros que no se encuentran contenidos dentro de esa definición.

De un tiempo a esta parte, vivimos en medio del odio, de la impaciencia, de la intolerancia: y dentro de ese mundo, la represión a mujeres artesanas en San Telmo es posible, y palpable, la violencia se instala como brazo armado y la fuerza bruta es el aliado perfecto de las situaciones de intolerancia y las muestras de desigualdad.

En el mes donde se reivindica la pelea de las mujeres trabajadoras, la violencia contra ellas no da tregua, se socaban los derechos conquistados con muerte y con dolor, los derechos impulsados por miles de mujeres que son quienes se hacen cargo de sus familias, que se convierten en jefas de hogar, y que continúan disputando por ser iguales, ni mayores ni menores, en derecho que quienes tienen al lado.

Nos falta. Nos queda corto como sociedad y como país pensar en libertades, y derechos compartidos, resolver nuestras diversidades de maneras más humanas, entendiendo  que podemos pensar diferente, pero que no por eso tenemos que enfrentarnos los unos a los otros. Que caminar juntos codo a codo, es muy diferente a caminar a los codazos.