ARA San Juan: el costo del dolor

Y entonces los rostros del dolor se encuentran con la realidad: el submarino estaba en lo profundo. Allí a 907 metros de profundidad, a poco más de 500 kilómetros de Comodoro Rivadavia, en el inmenso mar azul por el que cientos de veces pasaron embarcaciones buscándolo, buscando respuestas, implorando por vidas.

El 15 de noviembre de 2017 a las 7.30, se perdió oficialmente el contacto con el buque ARA San Juan, que llevaba en su interior 38 marinos y 6 buzos tácticos. A partir de allí, las intrigas, los desencuentros, las anomalías, los silencios y ocultamientos, las mentiras, los conflictos familiares, fueron parte de un sinnúmero de situaciones que abrieron una brecha: miles de hipótesis se tejieron y muchas de ellas, seguramente nunca se esclarecerán.

La mirada del mundo se posó sobre la Argentina, que en sus pobres intentos dio algunos pasos para encontrar a la tripulación viva. Durante los primeros siete días se rastrilló la zona, se intentó encontrar contactos, pero todo fue inútil. Luego, no tardaría en llegar la ayuda internacional, que tampoco aportó grandes soluciones. A pesar de los intentos de localización, el submarino parecía haberse evaporado.

Los cierto que el buque, con 44 argentinos fallecidos fue hallado 366 días después, en el lugar donde primero se había iniciado la búsqueda y a partir de ese momento, las preguntas se multiplicaron. Muchos de los que vimos la conferencia de prensa sentimos que las explicaciones eran “manotazos de ahogados”, que sobrevolaban las preguntas que tienen respuestas a las que muchos de los periodistas nunca podrán arribar.

¿Pudo haberse hecho otra cosa?, ¿Pudo haberse manejado de otra manera?, Si el país no contaba con los recursos necesarios para encontrar el buque ¿Por qué no se procedió de esta manera antes?.

Quizás entre tanta consternación ante la desaparición de una embarcación tan grande, a la que parecía haber tragado el mar, algunos olvidaron que detrás de esas 44 almas que representaban y portaban con orgullo la bandera del país, hay 44 familias, que necesitan respuestas, que hoy comienzan el camino de un duelo que no se resuelve con tecnicismos o con evasivas.

“Nuestro país no cuenta con los recursos técnicos para recuperar la embarcación”, se escucha desde la conferencia: las mismas palabras ensombrecen la mirada de un periodista: “nuestro país no contaba con los recursos técnicos para descender a tanta profundidad”. Se enmudece la sala. Algunos con un nudo en el estómago saben que mientras unos pocos quizás necesitan no seguir revolviendo las causas de semejante tragedia, hay 44 hombres que todavía, necesitan volver a casa.