Semana bisagra en una pandemia que no da tregua

La tan temida segunda ola finalmente nos pone en el ojo de la tormenta y comienza a mostrar su peor cara en espejo con lo que ya ha sucedido en el resto del mundo, que parece no ser advertido por nuestra sociedad. Como lo adelantamos en  editoriales anteriores, no hay país en el mundo que haya escapado de esta triste realidad: la segunda ola es más fuerte que primera y ha arrasado con los sistemas sanitarios más desarrollados del mundo.

Algunos países en el resto del mundo ya comienzan a preocuparse por aparentes nuevas mutaciones del virus que podrían ser no solamente más contagiosas, sino también más peligrosas en términos de belicosidad, extrañamente algunos en la Argentina siguen pensando que la gestión de la pandemia – que es una de las más avaladas e imitadas en el mundo entero como modelo – es el problema.

Es difícil pensar que quienes no pudieron gestionar la economía de este país sin pandemia, pudieran hacerlo con una amenaza invisible, como esta sobre sus hombros, sin embargo, algunos medios masivos de comunicación siguen poniendo sus cámaras y generosamente, regalando minutos del aire formulador de opinión pública, a quienes lo único que queda claro es que su objetivo es desestabilizar al gobierno, y por qué no, a la democracia. En medio de este desastre. En medio de tanto dolor y tanto encierro.

Claro que ya nos pesa el cuerpo, claro que estamos cansados, del encierro, del miedo, de la muerte y la enfermedad de miles de personas, pero a ese cansancio también lo ayuda la hipocresía de pensar que hay alguna otra salida que no sea la vacunación, el cuidado de la vida, y el confinamiento cuando, como la semana pasada, sea necesario.

Seguramente de esta pandemia salgamos heridos, temerosos, tristes y con mucha bronca… quizás hasta sintamos que hemos perdido mucho, no solamente el tiempo que nos roba el aislamiento sino también los planes que teníamos cuando nuestra realidad era otra. Pero más allá de lo que perdamos, que seguramente también ha perdido todo el globo que nos rodea, lo importante es poder diferenciar, qué pudimos haber aprendido en todo este tiempo. Es ahora el momento de preguntarnos, qué podemos hacer por el otro, aún por el que no conozco, para no pensar mañana, qué pude haber hecho.