El trabajo de amor y solidaridad del Centro comunitario San José

La labor que se realiza en esta institución barrial sin fines de lucro, está fundamentalmente dedicada a la educación comunitaria.

Allí se desarrollan todas las actividades del Jardín de Infantes y nivel Inicial “Mi Casita”, donde concurren más de ciento cincuenta niños entre 3 y 5 años de edad en dos turnos, mañana y tarde. Provenientes de los barrios más humildes de San José, son niños con necesidades básicas insatisfechas, allí toman un desayuno y una merienda reforzada, la mayoría de estos niños no pueden concurrir a un Jardín de Infantes privado pues sus padres no tienen dinero para pagarlo.

Es el único Jardín de Infantes estatal en este barrio, nació gracias a un programa educativo de la Nación en 1999  y actualmente se encuentra bajo la tutela del programa Alternativas Pedagógicas, dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires. Por la tarde se desarrollan otras actividades como el Programa Fines de secundaria para adultos, talleres sobre prevención de adicciones, de HIV-SIDA y de violencia de género.

“Es una obra que se viene realizando desde el año 1993, que creció con la voluntad de los socios y vecinos, y con la invalorable ayuda de las entidades vecinas, quienes solidarizándose con nosotros, nos han prestado las primeras instalaciones. Antes alquilábamos una casita de chapa de cartón, donde se llovía más adentro que afuera, eso fue así hasta que pudimos construir, con la ayuda de distintos programas del Gobierno de la Provincia y de la Municipalidad, lo que hoy es un edificio de dos plantas”, nos cuenta Noemí Bamonte, un miembro fundamental de la institución.

“Allí también funcionó durante un tiempo un comedor infantil que se llamaba Crecer con Amor, actualmente ubicado en el barrio Agustín Ramírez”, recuerda Silvia Gandolfo otro de sus pilares. Y agrega, “por aquel entonces concurrían 25 niños de 1 a 5 años a quienes se les brindaba un almuerzo sostenido por un programa provincial que se llamaba Plan Brisas, eran tiempos muy difíciles”; “La labor es totalmente comunitaria,“ad honorem”, el deseo es que tanto niños como adolescentes, dejen de estar en la calle y ocupen su tiempo en educarse para ser mujeres y hombres de bien” asegura Noemí.

A veces nos resulta difícil juntar el dinero necesario para hacer reparaciones o mejoras edilicias, así es que tratamos de realizar rifas, bingos y colectas que sirven para mantener lo que tenemos y para gastos operativos, para todo eso contamos con la ayuda de una comisión cooperadora, los vecinos y comerciantes”. El orgullo se nota en su rostro cuando Silvia nos cuenta que “en reconocimiento a nuestra labor hemos sido distinguidos al convocarnos a formar parte de la Red Argentina de Municipios y Comunidades Saludables, perteneciente a la Organización Panamericana de la Salud y el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación”.