La patria se vistió de fiesta

La Revolución de Mayo fue un proceso, que dio lugar a los acontecimientos que se llevaron a cabo durante toda la conocida semana de mayo, que culmina con la asunción del primer gobierno patrio. Pero en la historia de la capital del entonces Virreinato del Río de la Plata se jugaban otras cosas, se jugaba el amor por la tierra y el suelo que se pisaba, se jugaba el concepto de soberanía y fundamentalmente se jugaba el valor de los ciudadanos.

Más allá de entender al 25 de mayo como  el día formal en el que asumió la Primera Junta, como dato del primer gobierno patrio, lo importante es entender que fue la primera manifestación de necesidad de soberanía del pueblo que encierra una historia de valor intrínseco y amor a nuestra Nación como piedra fundacional.

En este sentido la formación de ciudadanía desde que nacemos hasta que llegamos a la vida adulta y posteriormente, nos invita a construir nuestra propia historia, teniendo en cuenta que la independencia política tiene que ir acompañada, como pueblo, de una clara independencia económica. El aquel rico escenario del Virreinato del Río de la Plata, podía aventurarse a una nueva etapa, en la cual la producción de lo que después conocimos como Nación quedara dentro de las riquezas propias y se constituyera como tal.

Quizás ese debería ser el compromiso, los valores de aquel entonces entendían la soberanía política acompañada de una soberanía económica, que fuera parte del proceso y que desde la protección de nuestro suelo acuñara un sueño de libertad. Atrevernos a soñar que eso era posible, es parte de esa piedra fundacional que se sigue celebrando cada 25 de mayo y que es nuestra responsabilidad como pueblo sostener y garantizar junto con nuestro sistema de democracia.

Tal como ayer, hoy no es fácil pensar en esa soberanía, ni vernos como dueños de nuestro suelo, de nuestras riquezas y de nuestra tierra, pero esa responsabilidad que sigue viva, palpita en cada uno de nuestros corazones y se renueva todos los días para que en algún momento nosotros decidamos hacerla brillar.