Burzaco surge desde la historia de nuestra patria
En Burzaco, lugar donde residía el comandante Manuel Prado, fue escrito en marzo de 1907 su libro «La guerra al Malón», que se considera como el primer libro escrito en el partido de Almirante Brown.
Abundante, atractiva y con signos que parecen sugerirnos claves para entender el presente, la literatura testimonial sobre la vida de frontera con el indio durante el siglo XIX no suele recibir suficiente consideración. Eso a pesar de que debe incluirse en ella una de las más grandes obras de nuestras letras, “Una excursión a los indios ranqueles”, de Lucio V. Mansilla, y un pequeño clásico: “La guerra al malón”, del comandante Manuel Prado.
Prado ingresó al Colegio Militar en 1876, cuando aún no tenía catorce años de edad y un año después, egresado como aspirante, fue enviado a Trenque Lauquen, bajo las órdenes del general Conrado Villegas. Desarrolló casi toda su juventud militar en los fortines sureños y participó de la campaña comandada por el general Julio A. Roca. Luego de treinta y dos años de servicio se retiró y se dedicó, entre otras actividades, al periodismo en LA NACION y otros diarios de la época. En 1907 dio a conocer su hoy famoso libro. Dijo entonces que para ello lo habían motivado el escritor y periodista Roberto J. Payró y el ilustrador Martín Malharro.
Ambos también colaboraban con el diario de Bartolomé Mitre, y el segundo había ilustrado el libro de Martiniano Leguizamón, “Recuerdos de la tierra”. Pero, evidentemente, Prado tenía pasta para las letras. Su pluma es sencilla pero sabe cómo evocar, interesar, impresionar y emocionar; prepara lo que va a contar: «La pampa se extendía en torno nuestro, dilatada y silenciosa, sin que de su seno gigante se escapara otro rumor que el del viento al filtrarse a través de los altos pajonales». Su estilo sugiere que, también, debe haber sido un conversador locuaz. Además del libro que nos ocupa, se conservan varias de sus conferencias, un libro titulado Instrucción militar y otro de relatos testimoniales (especie de prolongación de “La guerra al malón”), que se dio a conocer como “Conquista de la pampa” en 1935, tres años después de su muerte. Como se dijo, la literatura de este tipo es abundante.
El mayor Eduardo Ramayón, por ejemplo, escribió “Las caballadas en la guerra del indio”, y Eduardo Gutiérrez, “Croquis y siluetas militares”. Pero si Ramayón dio una obra que por momentos parece un informe castrense y Gutiérrez unas evocaciones por lo general risueñas, Prado optó por un relato de mayor realismo. Lo que, referido al ambiente y época pertinente, quiere decir mayor crudeza. A ello agregó no pocos pasajes críticos sobre las decisiones de gobierno y recuerdos conmiserativos hacia los sufridos «enganchados», milicos viejos, mujeres cuarteleras e indios. También es conocida su enojada opinión sobre en qué manos habían terminado las numerosas leguas arrebatadas a los indios. El resultado fue un libro al que siempre se le prestó atención y que, desde los años sesenta, tuvo su lugar en colecciones de literatura argentina y cátedras de estudio.