Perros pueden clasificar objetos por su función, una habilidad antes exclusiva de humanos

Un estudio científico pionero revela que perros con alta capacidad lingüística pueden agrupar y diferenciar objetos nuevos por su utilidad, demostrando una comprensión compleja del lenguaje y la categorización.

Una reciente investigación científica ha sacudido las concepciones sobre la cognición animal al revelar una sorprendente capacidad en los perros que hasta ahora se creía exclusiva de la especie humana. El estudio, enfocado en caninos con una notable habilidad para aprender y recordar palabras, demostró que estos animales logran clasificar objetos nuevos por su función o utilidad, sin requerir un entrenamiento exhaustivo. Esta aptitud para agrupar elementos —similar a como un bebé humano relaciona cucharas y cuencos porque ambos sirven para comer— sugiere una comprensión más compleja del lenguaje y la categorización en los perros.

La frontera de la cognición: clasificando por utilidad

Tradicionalmente, la ciencia cognitiva ha reservado la habilidad de categorizar objetos basándose en su función para los primates y, en particular, para los humanos. Esta capacidad implica un nivel abstracto de razonamiento: entender que dos objetos que no comparten rasgos visuales o físicos pueden pertenecer a la misma categoría si cumplen el mismo propósito.

La investigación, publicada en la revista Current Biology, se centró en perros que ya habían demostrado un talento excepcional para aprender etiquetas verbales (nombres de juguetes). El equipo de expertos, liderado por Claudia Fugazza de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest, buscó determinar si esta habilidad lingüística estaba ligada a una capacidad cognitiva más profunda.

Los resultados fueron claros: los perros no solo pudieron distinguir entre juguetes diseñados para la acción de «tirar» y aquellos destinados a «traer», sino que mantuvieron esta clasificación funcional en su memoria durante largos períodos.

Extensión de etiquetas: el concepto detrás de la palabra

Claudia Fugazza explicó el hallazgo comparándolo con un proceso de pensamiento humano: “Es como si una persona identificara un martillo y una piedra con el mismo nombre, porque ambos cumplen una función similar. Estos perros hacen lo mismo con los juguetes”.

Esto significa que los perros talentosos no solo memorizan que un objeto específico se llama «pelota» o «cuerda», sino que son capaces de extender la etiqueta verbal a otros objetos nuevos que, aunque tengan una apariencia distinta, comparten la misma función. Esta extensión demuestra que los perros están formando representaciones mentales abstractas basadas en el uso de los objetos, no solo en sus características físicas.

El experimento: familiarización y prueba en el entorno cotidiano

Para obtener resultados fiables, las pruebas se realizaron en el entorno cotidiano de los perros y con la interacción de sus dueños, buscando simular un aprendizaje natural y no un adiestramiento forzado. El proceso se desarrolló en dos fases:

  1. Familiarización: Los dueños interactuaron con los perros durante una semana, familiarizándolos con las palabras «tirar» y «traer», asociadas a dos grupos de juguetes con funciones muy diferenciadas.

  2. Evaluación con objetos nuevos: Posteriormente, los perros fueron evaluados con un set de objetos completamente nuevos dentro de las mismas categorías funcionales. Lo crucial es que, durante esta etapa de prueba, los dueños no mencionaron las etiquetas verbales previamente asociadas.

Los resultados confirmaron la hipótesis: los perros aplicaron correctamente las etiquetas a los nuevos juguetes, seleccionando el objeto adecuado para el juego («tirar» o «traer») que se les pedía, a pesar de no haber recibido entrenamiento directo para clasificar esos elementos. Fugazza enfatizó que este aprendizaje ocurrió de manera natural, lo que subraya la eficiencia de los perros para formar representaciones mentales complejas.

Estos hallazgos sugieren que las habilidades lingüísticas básicas en animales pueden estar más intrínsecamente ligadas a capacidades cognitivas superiores, como la memoria y la categorización funcional, de lo que se pensaba. Aunque se requiere más investigación para comprender la escala de esta habilidad en la población canina general, el estudio abre una nueva ventana al fascinante mundo de la cognición y el lenguaje animal.