Alerta global: Recibir un smartphone antes de los 13 años impacta negativamente la salud mental juvenil

Un reciente estudio de Sapien Labs ha encendido las alarmas al vincular el acceso temprano a teléfonos inteligentes con un mayor riesgo de problemas de salud mental en jóvenes.

La investigación, publicada en el Journal of Human Development and Capabilities, señala que quienes recibieron su primer celular antes de los 13 años son más propensos a desarrollar pensamientos suicidas, baja autoestima y agresividad, con las redes sociales como un factor clave en este deterioro.

El estudio que enciende las alarmas: Conexión entre smartphones y salud mental

Un nuevo y revelador estudio, liderado por la neurocientífica Tara Thiagarajan de la organización científica Sapien Labs y publicado en el Journal of Human Development and Capabilities, ha encendido las alarmas a nivel global sobre los efectos a largo plazo del uso temprano de smartphones en la salud mental de los jóvenes. La investigación, basada en una de las bases de datos más grandes del mundo sobre salud mental, utilizando la herramienta de autoevaluación Mind Health Quotient, indica que aquellos individuos que recibieron su primer teléfono inteligente a los 12 años o antes muestran, en su adultez temprana, mayores niveles de pensamientos suicidas, desconexión de la realidad, agresividad, inestabilidad emocional y baja autoestima.

Los hallazgos de Sapien Labs no se limitan a un ámbito geográfico específico; esta tendencia se replica en todas las regiones del mundo, si bien con una incidencia ligeramente mayor en países de habla inglesa. Esto sugiere que el fenómeno no es aislado, sino una preocupación global que requiere una atención urgente y coordinada.

Redes sociales: El factor amplificador del deterioro

El informe profundiza en la raíz del problema, identificando el acceso temprano a las redes sociales como un catalizador significativo de estas problemáticas. Según los datos recopilados, la exposición prematura a estas plataformas explica un considerable 40% del deterioro de la salud mental. Pero sus efectos negativos no terminan ahí: también se asocia con un 13% del daño a las relaciones familiares, un 10% del ciberacoso y un 12% de los trastornos del sueño.

Thiagarajan explica que el uso prematuro de redes sociales influye negativamente en los jóvenes de varias maneras cruciales. Fomenta las comparaciones sociales constantes, lo que puede minar la autoestima y generar sentimientos de insuficiencia. Además, absorbe tiempo valioso de descanso y desarrollo personal, y amplifica la exposición a contenidos dañinos mediante algoritmos diseñados para maximizar el engagement. La neurocientífica advierte que «estos efectos son especialmente graves en la infancia, cuando los usuarios aún no han desarrollado experiencia ni mecanismos de defensa frente a estos estímulos», lo que los deja particularmente vulnerables a los impactos negativos.

El estudio también desglosa los impactos por género: tener un smartphone antes de los 13 años se asocia con una menor resiliencia emocional en mujeres adultas y con una disminución de la confianza, empatía y tranquilidad en los hombres. Esto subraya la necesidad de abordar la problemática con una perspectiva de género, reconociendo que los impactos pueden manifestarse de diferentes maneras en distintos grupos.

Implicaciones y recomendaciones: Urgencia de una alfabetización digital y regulación

Frente a estos contundentes hallazgos, Sapien Labs hace un llamado a la acción, recomendando la aplicación del principio de precaución. Esto implica limitar el acceso de menores de 13 años a los teléfonos inteligentes, una medida que busca proteger a la población más vulnerable de los riesgos asociados a la sobreexposición digital.

Además de la limitación, proponen la implementación de una alfabetización digital obligatoria, que eduque a los jóvenes sobre el uso responsable de la tecnología, los riesgos del ciberacoso, la protección de la privacidad y el desarrollo de un pensamiento crítico frente a la información y los estímulos en línea. La organización va un paso más allá, sugiriendo regulaciones similares a las del alcohol y el tabaco, argumentando que «la magnitud del daño potencial es demasiado grande como para ser ignorada».

Aunque los autores reconocen que el estudio se basa en un análisis de datos a gran escala y no en ensayos clínicos controlados, insisten en que la evidencia acumulada es lo suficientemente sólida como para justificar la toma de medidas preventivas urgentes. La protección de las futuras generaciones frente a los riesgos de un uso no regulado y prematuro de la tecnología es un desafío que la sociedad debe abordar de manera proactiva.

¿Consideras que las regulaciones propuestas son suficientes para abordar esta creciente preocupación de salud pública?