Argentina: la desigualdad educativa golpea más a adolescentes vulnerables en matemática y lengua

Argentina lidera la desigualdad educativa en la región especialmente mujeres, muestran brechas alarmantes en Matemática y Lengua, revelando un problema que va más allá del acceso a la escuela.

Argentina se posiciona a la cabeza del ranking regional en desigualdad educativa, una problemática que impacta de forma desproporcionada a las adolescentes de sectores socioeconómicos vulnerables. Un informe reciente de la Escuela de Educación de la Universidad Austral, basado en los datos de las pruebas PISA 2022, expone una brecha alarmante en el desempeño académico, sobre todo en Matemática y Lengua.

Brechas que preocupan: Matemática y Lengua en foco

El estudio, que compara el rendimiento de los estudiantes del 20% más pobre con el 20% más rico, arroja cifras contundentes. En Matemática, solo el 7,4% de las jóvenes del sector más desfavorecido logra alcanzar los aprendizajes mínimos, una cifra ínfima si se la compara con el 52,9% de sus pares de los sectores más favorecidos. Esta disparidad representa una brecha de 7,1 a 1, la más alta entre los países latinoamericanos evaluados (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay).

La situación en Lengua también es preocupante, aunque con una brecha ligeramente menor. Por cada tres adolescentes de sectores socioeconómicos altos que comprenden lo que leen, solo una de sectores bajos lo logra. Esta disparidad, si bien es menos pronunciada que en Matemática, igualmente ubica a Argentina entre los países con mayor desigualdad educativa en la región.

Cecilia Adrogué, economista y coautora del informe junto a Eugenia Orlicki, advierte: «Las brechas de género y nivel socioeconómico se agravan cuando se cruzan entre sí. Las adolescentes vulnerables enfrentan una desventaja estructural que debe ser abordada con políticas sostenidas y focalizadas desde el sistema educativo».

La expansión de la secundaria y el desafío de la calidad

El informe de la Universidad Austral destaca que la desigualdad educativa en Argentina no es solo una cuestión de acceso, sino de resultados. Esto implica que, aunque más jóvenes accedan al sistema educativo, la calidad de los aprendizajes es dispar, perpetuando las desigualdades sociales.

Eugenia Orlicki señala un punto de inflexión crucial: «el momento clave en el sistema educativo fue la expansión de la secundaria». La obligatoriedad de este nivel y políticas sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) contribuyeron a la permanencia de jóvenes de sectores vulnerables. Sin embargo, Orlicki aclara que «en la medida que los resultados de los menos vulnerables se mantienen y los resultados de estos jóvenes más vulnerables incorporados al sistema están por debajo de lo que venían rindiendo los que eran el quintil más vulnerable, las brechas de aprendizajes se amplían». La especialista concluye que, tras la expansión, el próximo paso es construir una «secundaria de calidad para todos».

Concientización y políticas públicas: el camino a seguir

Ante este panorama, las especialistas enfatizan la necesidad de una mayor concientización y de políticas públicas focalizadas. Cecilia Adrogué subraya que «no alcanza con que los chicos y jóvenes vayan a la escuela, es necesario que aprendan». Propone la implementación de buenas prácticas educativas y la evaluación constante del sistema, no con fines estigmatizantes, sino para garantizar que los estudiantes adquieran los conocimientos básicos que les permitan ser «ciudadanos plenos».

Para Adrogué, el plan nacional de alfabetización es un primer paso, pero es fundamental ampliarlo hacia las Matemáticas. Enfatiza que «la mejor política educacional es aquella que se enfoca en los aprendizajes desde el nivel inicial e intenta desde el principio igualar oportunidades», y que es «clave mejorar la educación pública, ya que es la que recibe precisamente en mayor proporción a los alumnos más vulnerables».

Finalmente, Adrogué reflexiona sobre la respuesta gubernamental esperada: «cuesta que los gobiernos se involucren en estos temas, que llevan muchos años mejorar y revertir situaciones problemáticas». Sin embargo, mantiene la esperanza en que el despertar de la ciudadanía pueda impulsar el cambio: «si los gobernantes ven que a los ciudadanos les importa, estarán más dispuestos a invertir tiempo y recursos en la educación».