El impacto del clima en las enfermedades infecciosas

Un estudio advierte sobre la relación entre el fenómeno ENOS y la propagación de enfermedades infecciosas. ¿Estamos preparados para enfrentar el impacto del clima en nuestra salud?

Los fenómenos climáticos extremos no solo alteran la temperatura y las lluvias, sino que también afectan la propagación de enfermedades infecciosas. Un reciente estudio de la Universidad de Princeton, publicado en la revista GeoHealth, advierte que El Niño y La Niña pueden influir directamente en la aparición y duración de brotes epidémicos a nivel global. La investigación sostiene que El Niño tiende a potenciar la propagación de enfermedades, mientras que La Niña puede atenuarlas, aunque con efectos retardados.

La clave del estudio está en la interacción entre el fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) y las enfermedades infecciosas. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), ENOS genera cambios drásticos en la temperatura del océano Pacífico ecuatorial, modificando los patrones climáticos a nivel mundial. Para analizar su impacto en la salud pública, los investigadores recopilaron datos de 1981 a 2017 y los aplicaron a modelos predictivos, estudiando enfermedades respiratorias como el coronavirus HCoV-HKU1 y otras patologías de transmisión hídrica y vectorial, como el dengue, la malaria y el cólera.

Uno de los hallazgos más inquietantes es que los cambios en la temperatura, la humedad y las precipitaciones afectan directamente la propagación de enfermedades. Por ejemplo, los brotes de dengue y malaria aumentan en períodos de El Niño debido a la proliferación de mosquitos en ambientes cálidos y húmedos. De manera similar, el cólera se intensifica con las alteraciones en los sistemas hídricos, mientras que infecciones respiratorias como el hantavirus encuentran condiciones propicias para expandirse con los cambios en la temperatura.

El estudio también revela que los eventos climáticos consecutivos pueden amplificar los brotes infecciosos, prolongando sus efectos hasta un año después del fenómeno climático. Esta continuidad de impacto sugiere que la respuesta inmunitaria de la población se ve alterada por los cambios en el entorno, lo que facilita la reaparición de enfermedades incluso cuando el evento climático ha finalizado.

Ante este panorama, los investigadores insisten en la necesidad de incluir el factor climático en las estrategias de salud pública. Proponen que las campañas de inmunización y las políticas de prevención se adapten a estos ciclos climáticos, anticipándose a posibles brotes antes de que se conviertan en epidemias de gran escala.

La relación entre el clima y la salud ya no puede ser ignorada. El Niño y La Niña no solo condicionan el tiempo que hará mañana, sino que también determinan qué enfermedades podrían afectarnos en los próximos meses. Si las autoridades sanitarias no toman en cuenta este vínculo, corremos el riesgo de seguir reaccionando tarde ante crisis sanitarias previsibles.