El legado inmortal de Raúl Soldi: pinturas que respiran en las paredes de Glew

Descubrí en Glew el cautivador legado de Raúl Soldi, plasmado en la capilla de Santa Ana. Arte que perdura.

En el corazón de Glew, la capilla de Santa Ana resguarda un tesoro pictórico legado por el ilustre artista argentino Raúl Soldi. Los frescos, como ventanas a un universo de inocencia y calidez, capturan la esencia distintiva de su obra.

Soldi, cautivado por la serenidad de Glew en 1933, adquirió una casa de fin de semana, convirtiendo el pueblo en su refugio estival. Descubrir la capilla de Santa Ana a pocas cuadras de su hogar marcó un hito crucial. Allí, con meticulosidad, plasmó 13 murales que narran la historia de Santa Ana, utilizando principalmente la técnica del fresco.

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El artista, influenciado por la Edad Media y el Renacimiento, fusionó paisajes locales con episodios religiosos, creando una simbiosis única en cada obra. Para Soldi, la pintura era una vía para transmitir paz y poesía. Pintó la capilla durante 23 veranos, mientras los vecinos aún recuerdan el inusual trueque de huevos y gallinas por su arte.

La capilla, un relicario de colores saturados y tonos pastel, emana el aroma de hierbas que impregna sus 8 metros de frente y 25 de largo. Pero el legado de Soldi no se detiene aquí. La Fundación Soldi, creada por el artista, exhibe 60 obras que abarcan su carrera desde 1927 hasta 1978, ofreciendo una ventana única a la evolución de su arte.

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Daniel Soldi, hijo del maestro, dirige la fundación, definiendo la obra de su padre como una sinfonía de paz y poesía. Adentrarse en Glew es sumergirse en el alma de Raúl Soldi, donde cada pincelada es un testimonio perdurable de su amor por este rincón de Buenos Aires.

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La majestuosidad de los frescos de Raúl Soldi en la capilla Santa Ana de Glew

La parroquia Santa Ana, en Glew, emerge como un santuario del arte, resguardando los épicos frescos de Raúl Soldi. Su obra, presente en los muros de la capilla, es una oda a la delicadeza y la gracia, revelando un universo de criaturas inocentes y ambientes afables, distintivos de su genialidad.

La conexión entre Soldi y Glew se forjó en la década de 1950, cuando el artista quedó prendado de la quietud y la sencillez de sus calles. Este idilio con el pueblo se tradujo en 23 veranos de laboriosa creación, plasmando la riqueza de la historia religiosa de Santa Ana en 13 murales.

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El ingreso a la capilla despierta los sentidos con el aroma a hierbas que impregna el espacio de 8×25 metros, bajo una bóveda de cañón corrido. Los frescos exhiben una paleta vibrante, donde tonos saturados coexisten con matices pastel y azules ultramar intensos, mostrando la habilidad de Soldi para fusionar colores.

La técnica renacentista del fresco, ejecutada con maestría, revela la minuciosidad del proceso: desde el revoco de los muros hasta la aplicación de pigmentos con espátula. La inclusión de paisajes y personajes locales en las representaciones añade una dimensión única y personal a la obra.

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El legado de Soldi se extiende a la Fundación Soldi, exhibiendo 60 obras que abarcan su evolución artística desde 1927 hasta 1978. La obra, según su hijo Daniel, es una sinfonía de paz, tranquilidad y poesía. El viaje artístico continúa explorando la arquitectura del templo, donde el esplendor de los murales se entrelaza con la magnificencia neoclásica de la estructura.

En definitiva, la parroquia Santa Ana en Glew es más que un punto de encuentro entre arte y religión; es un testamento perdurable del ingenio de Raúl Soldi, inmortalizado en cada trazo, color y detalle que adorna este sagrado recinto.