Del jabalí al cangrejo verde: en el país hay más de 700 especies exóticas invasoras

 

Especialistas del Conicet que participaron del primer informe global sobre el tema señalaron los grandes impactos que estas especies tienen en la salud y la economía.

El jabalí, el mosquito Aedes aegypti, la ostra japonesa y el cangrejo verde son algunas de las especies exóticas invasoras más dañinas de la Argentina, entre las más de 700 que existen y provocan grandes impactos en la salud y la economía. Los costos de ese impacto pueden alcanzar al 1 % del Producto Bruto Interno (PBI) anual, una problemática que se repite a nivel mundial, dijeron científicos del Conicet tras participar del primer informe global sobre el tema.

«Relevamos que el número de especies exóticas invasoras y sus impactos se incrementaron con el tiempo en todo el mundo. De no hacer nada, esta tendencia va a seguir en alza», aseguró a Télam la científica Evangelina Schwindt, que fue parte en Alemania de las reuniones para aprobar el informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes). El estudio, titulado «Informe de la evaluación sobre las especies exóticas invasoras y su control», fue aprobado durante los primeros días de septiembre por representantes de los 143 estados miembros de la Ipbes, entre los que está la Argentina, y es considerado la evaluación sobre el tema «más exhaustiva» de la historia.

«Hay que entender que el costo de no hacer nada es muy alto, empezando por un costo económico, pero, además, el 85 % de los impactos documentados han afectado negativamente la calidad de vida de las personas», agregó la investigadora principal del Conicet, que fue una de las coordinadoras del capítulo 5. Las especies exóticas invasoras son animales, plantas y microorganismos transportados por las personas, de manera voluntaria o accidental, por fuera de sus límites naturales y que, en un nuevo territorio, se expanden y se vuelven dominantes, por lo que comprometen el funcionamiento de los ecosistemas y la provisión de bienes y servicios claves, como el suministro de agua potable. También afectan la salud pública al transmitir enfermedades como dengue, zika, chikungunya, cólera y COVID-19.

A nivel nacional, la lista del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible comprende más de 700 especies, incluyendo algas, hongos, plantas y animales que constituyen una de las principales amenazas para la biodiversidad y las especies en riesgo de extinción. «La Argentina, como todos los países del mundo, está complicada con las especies exóticas invasoras», explicó el biólogo Martín Núñez, también coordinador del informe de Ipbes. «Hay muchas malezas y plantas, como el tamarisco, que afectan los cultivos», graficó Núñez, que se desempeña en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), dependiente del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue.

Dedicado al estudio de la invasión de pinos, Núñez los describió como «un problema central» en el país porque se expanden fácilmente y ocupan tierras que se usan para ganado. Según datos del Ministerio de Ambiente, la Argentina pierde por año 1380 millones de dólares por los daños generados por el jabalí en las actividades productivas y 66 millones de dólares por el castor en Tierra del Fuego. A su vez, los costos económicos anuales asociados con las especies invasoras pueden alcanzar casi el 1 % del PBI nacional, de acuerdo a estudios realizados por investigadores del Conicet.

En tanto, en los mares y costas se reportó que, en los últimos 20 años, las especies invasoras pasaron de ser 30 a más de 100, según datos del Grupo de Ecología en Ambientes Costeros que dirige Schwindt. «En Patagonia se está extendiendo a una velocidad notable el cangrejo verde, que es un depredador voraz», apuntó la investigadora que vive en Puerto Madryn, y señaló como otro ejemplo el avance de la ostra japonesa, que modifica el ambiente costero y carece de depredadores naturales. «En los ecosistemas terrestres también se están expandiendo. A las especies ya introducidas es muy difícil controlarlas, como el caso de jabalí, que, hoy por hoy, llegó a Patagonia y pareciera no tener límites», agregó la doctora en Ciencias Biológicas.

Para enfrentar el problema, Schwindt destacó que en la Argentina existe la Estrategia Nacional de Especies Exóticas Invasoras, que tiene por objetivos fortalecer la prevención y el manejo de estas especies. Esa herramienta, aprobada en 2022 por el Ministerio de Ambiente, es fruto de un proceso participativo en el que intervinieron organismos públicos y privados, así como referentes de pueblos indígenas y la ciudadanía en general. «Es una iniciativa muy importante a la que hay que aferrarse y trabajar mucho tanto a nivel nacional como regional», remarcó Schwindt.

Además de Núñez y Schwindt, otras tres investigadoras del Conicet están entre los 86 prestigiosos expertos y expertas de todo el mundo que elaboraron el informe. Son Carolina Morales y Victoria Werenkraut, del Inibioma,, y Romina Fernández, del Instituto de Ecología Regional, dependiente del Conicet y la Universidad Nacional de Tucumán.

A su vez, otros once científicos y científicas de Argentina colaboraron en el reporte, como Ricardo Gürtler, que describió uno de los pocos ejemplos de éxito de control de mamíferos invasores en el Cono Sur: el caso del jabalí en el Parque Nacional El Palmar, en Entre Ríos. Allí, el jabalí se había convertido en la principal amenaza de la palmera yatay, pero se logró contenerlo a través de una alianza con la sociedad local, que involucró a cazadores deportivos supervisados por guardaparques y permitió redistribuir la proteína animal en comedores escolares y geriátricos.

A su vez, advirtió que «parece que todas estas plagas son intratables, pero eso no es cierto; lo que pasa es que hay que desarrollar estrategias sostenibles a largo plazo vinculadas con los sectores locales».

Otro de los puntos que destaca el informe es que el cambio climático promueve la expansión de especies invasoras y que «los efectos se multipliquen de una forma que es difícil anticipar», indicó Gürtler.

En cuanto a las medidas de abordaje, los investigadores coincidieron en que «lo mejor es la prevención y el control en fronteras». «Si la prevención falla, tenemos un paquete de medidas, que son un sistema de detección temprana, acción precoz y vigilancia, donde tiene un rol fundamental la sociedad para ayudar», precisó Schwindt, y remarcó que buscan dar «un mensaje de esperanza, pero hay que tomar decisiones porque la calidad de vida de las personas está afectada».

«Esperamos que este nuevo informe sea el primer paso para algo muy grande», concluyó Núñez.