Un nuevo tiempo también requiere una nueva mirada

Las manifestaciones de odio que preocupan a gran parte de la sociedad, aumentan una grieta que los mismos que detentan esas acciones y que a su vez, recuerdan a los peores momentos de la historia Argentina, dicen querer cerrar. Pero cerrar esa grieta requiere, que en vez de demostrar odios hacia parte de la sociedad, se intenten tender puentes que recuperen la empatía entre cada uno de nosotros.

Las declamaciones de odio en la Casa Rosada, las bolsas mortuorias, no son más que la exacerbación de una política de exclusión que nos llevó a no acercarnos a las realidades de los otros, a no comprender la necesidad de trabajar mancomunadamente en un proyecto político que nos hermane y reconociendo las diferencias, sólo las vea con el objetivo de cambiarlas.

En un mundo que camina hacia las posibilidades más diversas y que se replantea la concentración de capital como uno de las más complejas problemáticas, no podemos seguir abonando a la política del odio. Necesitamos redistribuir la riqueza, pero también necesitamos diversificar nuestras miradas.

Tender puentes de empatía: tenemos que volver a mirarnos como un conjunto de voluntades que nos llamamos a la reflexión, que intentamos abrir la mente y el corazón para contenernos. Tuvimos un año muy duro y nuevamente complejo, y aclaramos lo nuevo, porque lo cierto es que vivimos situaciones que no hubiéramos imaginado vivir, pero también porque fue un año que puso de manifiesto esas diferencias.

Desde La Urbe, proponemos empezar a pensar en vez de en las diferencias (que son importantes desde el reconocimiento de lo que necesitamos cambiar en la sociedad), centrarnos en nuestras similitudes, empatizar con las necesidades del otro, que seguramente en algunas cosas se nos parece, para reconfigurarnos. Volver a encontrarnos en un abrazo, que exceda la situación física y que incluya nuestro sentir y nuestro pensar, para dignificar cada una de las situaciones de vida de cada uno de nuestros vecinos. Eso tiene mucho más de amor, que de odio.