La economía y la salud pueden no ser antagónicas
La vacuna aparece como una solución salvadora para todos los países del mundo, mientras nos seguimos cuidando en casa, distanciándonos socialmente de todos los vecinos, y avanzando en los cuidados contra la pandemia, pensamos cómo hacer para darle inmunidad a gran parte de los vecinos más comprometidos en caso de contagios. Pero la pandemia no trajo solamente aparejado un enorme interrogante sanitario, sino también una economía desacelerada mundialmente que necesita de un espaldarazo que le permita salir a flote en una situación poco fácil para nuestro país y para el mundo.
En este contexto, también hay que decir que en Argentina, la desaceleración de la economía no inició por la relación con la pandemia solamente. El enfriamiento de la economía comenzó como consecuencia de un sistema económico sin salida, que de la mano del modelo neoliberal, intentó sin mucho sustento detener el agua con las manos mientras la inflación crecía y se perdía poder adquisitivo de los salarios.
Lo único que queda en un contexto de esas características, es la gestión de los recursos, escasos pero existentes, que permitan que esa “lucha contra el hambre”, tantas veces nombrada sea una realidad tangible y no una quimera. Por eso, nos parece tan importante el esfuerzo por el control de los precios de los alimentos, para llevar tranquilidad a los vecinos y permitir una planificación familiar.
La nutrición es una de las piezas fundamentales en los primeros años de vida de los más chicos y todavía, producto de la pandemia, hay algunas actividades que no logran la regularización y por tanto, nuestro país se ve con problemas claros y evidentes de sueldos, y de puestos de trabajo. Los precios accesibles de los alimentos permiten que, mediante a la gestión de los recursos existentes cada familia pueda llevar alimentos saludables a su hogar. Un hogar que esperemos este año, vea la luz de la recuperación y la salida de la pandemia tan necesaria.