Lo que la pandemia nos dejó

 

Pareciera que el pico de la pandemia de COVID 19 está entre nosotros. Lo cierto es que en algún punto es lo que se esperaba. Por ello, la necesidad de articular la situación social y el ánimo de la gente con la política. Y la política no es un abstracto, no es algo que se ve a lo lejos, sino una charla con la vecina para intervenir en el cotidiano llevando nuevas posibilidades a la gente que vemos todos los días. 

Hacer política, es hacer el barrio, el distrito, la provincia, el país. En este punto, la tan apelada responsabilidad social de la cual se habla, tampoco es un abstracto; y de ella depende en alguna medida, la tan mencionada pandemia con la que convivimos todos los días. Pero la normalidad va a llegar, y como venimos reflexionando desde hace ya varios números: hay que detenerse a pensar a qué normalidad queremos volver una vez que el COVID 19 sea un recuerdo. 

Ante esto, se ponderan dos realidades. La normalidad que conocimos hasta ahora, la de millones de pobres sin acceso a sus condiciones de existencia, la de las desigualdades sociales, la de la “brecha” social de la que tanto se habla, la de unos pocos; o si pensamos en la creación de una nueva realidad colectiva, que de la mano del empleo y con una fuerte intervención del Estado como garante de derechos, permita una argentina nueva, inclusiva y solidaria. 

El mundo, como lo conocemos ha cambiado, y en ese sentido, corresponde a nosotros también ser parte de ese cambio o quedarnos atrás con viejas formulas que generaron las viejas desigualdades conocidas. En esos términos, nuestras responsabilidades afloran. No solamente cuidarnos (que por supuesto es una responsabilidad compartida para mitigar la pandemia), también repensarnos como partes de un todo al que nuevamente vamos a tener que delinear. 

Pensar en términos colectivos no es fácil, pero tampoco es una fórmula que muchos de nosotros desconozcamos. Tiene que ver con mirar al otro y pensar que “nuestros derechos comienzan donde terminan los de los demás”, y creer que una nación soberana se construye sobre la base de miles de millones y no sobre la base de “unos cuantos”.