Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia

El 24 de marzo, el “Día Nacional de la memoria por la verdad y la justicia”, es la oportunidad de recordar qué pasó durante la última dictadura.

El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas protagonizaron en la Argentina un nuevo golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Esta dictadura no fue una más de las acontecidas en América Latina en el siglo XX. Nuestro sistema de gobierno, basado en la Constitución Nacional, fue arrasado. Se disolvió el Congreso, se impidió el funcionamiento de los partidos políticos, se prohibió la actividad sindical, se anuló la expresión de libertad y se suspendieron las garantías constitucionales de todos los ciudadanos de la Nación.

Desde 1976 hasta 1983, el Estado argentino se valió de un aparato represivo para llevar adelante una persecución que culminó con la desaparición sistemática y forzada de miles de personas. Para ello se utilizó la fuerza pública estatal de manera ilegal y se instalaron más de 600 centros clandestinos de detención, muchos de los cuales funcionaban en instituciones públicas, como comisarías, escuelas y hospitales, ubicados en zonas urbanas.

Los organismos de Derechos Humanos vienen, incluso desde los años de la dictadura, luchando por la memoria, la verdad y la justicia. Desde la llegada de la democracia, comenzó un largo proceso de justicia que se extiende hasta nuestros días, ya que aún hoy siguen siendo juzgados muchos de los responsables de aquellos delitos, que no preescriben por ser delitos de “lesa humanidad”. Por otro lado, la búsqueda de memoria, verdad y justicia también se despliega en el terreno simbólico, en la búsqueda de un lenguaje para narrar lo que pasó, para poder “representar lo irrepresentable”. Trabajar con “lugares de la memoria” es una forma de asomarse a esta búsqueda.

¿Qué son los “lugares de la memoria”?
El concepto “lugares de la memoria” fue acuñado por el historiador francés Pierre Norá y, si bien existen algunos debates en relación a cómo pensar la historia reciente desde esta categoría, puede resultar un buen punto de partida para trabajar el 24 de marzo.

¿Dónde se “guarda” la memoria de un país, de un colectivo social, de una provincia, de una localidad o de un barrio? ¿Dónde se materializa? ¿Qué fechas, qué sitios, qué objetos y qué personas públicas son capaces de condensar momentos que iluminan el pasado de un colectivo social? ¿Cuáles tienen la capacidad de concentrar núcleos de sentido del pasado que puedan activar la rememoración colectiva?

Estas son algunas de las preguntas que activaron el desarrollo del concepto de “lugares de memoria” que Pierre Norá clasifica en cuatro categorías:
• Los sitios: edificios, plazas, ciudades, regiones;
• Las fechas: conmemoraciones, revoluciones, golpes;
• Los objetos: libros, filmes, prendas de vestir, consignas;
• Las personas públicas.
Es decir: estas cuatro formas de los “lugares de memoria” pueden “guardar” el pasado común de una nación o de un grupo identitario, pueden constituirse en espejos para el reconocimiento colectivo y para convocar a la reflexión sobre el pasado y sobre la idea de lo “común”.