Los efectos psicológicos del aislamiento social

 

¿Quiénes son las personas más vulnerables al confinamiento derivado del estado de alarma? ¿Cómo gestionar el estrés y la ansiedad? ¿Cómo ayudarnos con las nuevas tecnologías?

El estado de alarma decretado por el Gobierno para hacer frente a la expansión del nuevo coronavirus obliga a los ciudadanos a permanecer confinados todo o gran parte del día en casa. Se trata de una situación potencialmente estresante, en primer lugar por los motivos que han llevado a tomar estas drásticas medidas, y también por la incertidumbre de no saber por cuánto tiempo se prolongará la situación.

Sin embargo, y como nos explica el profesor de psicología de la Universidad Abierta de Cataluña José Ramon Ubieto Pardo, “existe un primer efecto psicológico que se produce en este tipo de situaciones de confinamiento debidas a un crisis que es, paradójicamente, una cierta tranquilidad. Esto se debe a que el ciudadano percibe que se está haciendo algo para controlar la crisis, tanto si se trata de un atentado terrorista masivo como si es una epidemia de salud o una catástrofe natural. En medio del caos, se está haciendo algo y además nos podemos refugiar en un lugar aparentemente seguro que es nuestro hogar”, explica el experto.

Sobre los efectos negativos del aislamiento social, Ubieto cree que habrá que ir viendo qué sucede en función del tiempo que dure la crisis y de las condiciones de la misma. “No es lo mismo una situación en la que no tienes ningún tipo de margen de movimiento, que la que hay actualmente (En España): no hay toque de queda ni estado de excepción y por tanto ciertas rutinas de la vida cotidiana como ir a hacer la compra básica o a trabajar según el caso se siguen haciendo. Eso limita la sensación de agobio y reclusión”.

Por otro lado, y para ayudar a gestionar mejor las emociones y el estrés durante estas semanas, los psicólogos recomiendan pautas como obligarse a realizar ciertas actividades: ponerse el despertador o reservar tiempo para hacer estiramientos en casa son trucos sencillos que pueden ayudar a tener una cierta sensación de normalidad.

La tecnología: ¿aliada o enemiga?

En esta situación, no cabe duda de que las nuevas tecnologías son una ayuda muy eficaz para combatir la sensación de aislamiento. “Nos permiten comunicarnos con nuestros familiares y amigos, compartir películas y conciertos, leer, informarnos”, asegura Ubieto. Para muchas personas, sobre todo las que viven solas, las telecomunicaciones serán la mejor terapia.

Sin embargo, también son un arma de doble filo: el pánico y los bulos son fácilmente viralizables, y los expertos tampoco recomiendan estar todo el día enganchados a las redes o buscando información sobre la crisis del coronavirus, porque esto nos puede hacer entrar en un estado de angustia permanente. “De todos modos, la infoxicación y la propagación de fake news son algo inherente a las redes sociales, y ya estaban allí antes de que se decretara el estado de alarma”, reflexiona el psicólogo.

Ni solo, ni mal acompañado

Para las personas que viven solas, una situación de confinamiento que se prolongue en el tiempo puede acarrear consecuencias psicológicas. “Hay muchas personas mayores que viven solas, especialmente vulnerables, que no tienen mucha vida social y que la hacen precisamente cuando salen a dar un paseo, a hacer compras, etc. Para ellas esto es aún más grave porque aumenta la sensación de aislamiento que ya de por si tienen en su vida cotidiana”, explica Ubieto.

Y luego está el otro extremo: gestionar los problemas habituales de convivencia en una situación muy excepcional. “Está demostrado que los divorcios aumentan en septiembre, después de las vacaciones. Muchas familias se ven obligadas a pasar mucho tiempo juntas, y aparecen roces y peleas. Ahora hay que convivir con los niños en casa, encerrados, y muchas veces teniendo que teletrabajar al mismo tiempo. Son situaciones de estrés complicadas.”, recuerda el experto.

Conviviendo con tu maltratador

El problema más extremo se da en los casos de maltrato. Las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas, en situaciones normales tienen el alivio de poder salir a trabajar, o que su maltratador lo haga. La mayoría de conflictos se producen en situaciones en las que en realidad hay muy poco tiempo de convivencia en el hogar. Imagínate si el maltratador no puede salir”, nos indica el experto. “Otro caso preocupante, por ejemplo, puede ser el de consumidores habituales de drogas”. Por su parte, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha recordado en su cuenta de Twitter que los servicios de asesoramiento y atención a las víctimas están activos.

Cuando la ansiedad va a mayores

Casi todos los ciudadanos estamos pasando por un momento de estrés y angustia totalmente lógica dada la situación que vivimos. ¿En qué casos debemos preocuparnos? Ubieto nos recuerda que, cuando la ansiedad impide hacer acciones cotidianas como comer o dormir, o se llegan a tener pensamientos suicidas, es conveniente recurrir a un experto, pues hablamos de síntomas que ya entrañan una gravedad mayor.

“Hoy en día, precisamente gracias a las nuevas tecnologías, la posibilidad de hacer consultas telemáticas está muy extendida y muchos de los que trabajamos en este ámbito vamos a seguir teniendo contacto con nuestros pacientes”, nos indica. “Para las personas que no reciben habitualmente atención psicológica también existe esa posibilidad y además seguro que se irán generando cada vez más recursos. Las farmacias están abiertas si nos tienen que prescribir un relajante, y para los casos más graves sigue estando la atención médica”.

Convivir con niños y adolescentes

El cierre de colegios y la obligación de estar recluidos en casa provoca en los niños una situación muy excepcional, una especie de vacaciones que en realidad no son tales. ¿Cómo podemos hacerles más llevadera – a ellos y a nosotros- la crisis? “Hay que hablar con ellos y explicarles muy bien cuál es el sentido y el objetivo real de todo esto. Que es una emergencia y algo necesario para mantener los recursos disponibles para la gente que verdaderamente los va a necesitar”, indica Ubieto.

Por otro lado, lo más recomendable es establecer algún tipo de rutina e incluso horarios de actividades. “No hay que dejar transcurrir los días arbitrariamente, porque puede aumentar mucho la sensación de caos interno. Hay que organizar actividades en las que todos puedan participar, repartir las tareas domésticas, buscar juegos colectivos, hacer deporte en casa y no dejar el ocio diario totalmente en manos de los juegos electrónicos”, aconseja el psicólogo. “Es necesario tener una cierta rutina pero introduciendo también cortes y espacios diferenciados entre comidas y otro tipo de actividades para mantener la sensación de normalidad”, concluye.

FUENTE: muyinteresante