La democracia como garante de la soberanía
La democracia es una apuesta al intercambio de ideas, al fortalecimiento y el encuentro del debate, de la conformación de nuevas situaciones que rijan el destino de nuestro pueblo. En ella los cruces de poder, se dan entre las partes involucradas y se manifiestan de forma tal que puedan construir nuevos objetivos y posibilidades claras.
En ese sentido, la contradicción aparece cuando un pueblo deja de tener su soberanía económica, en pos de un conglomerado extranjero o de un poder político ajeno a la construcción de Estado. No hay soberanía política posible, sin soberanía económica y libertad de acción. Esa receta, que se aprendió no hace mucho en los años 90 de la mano del endeudamiento salvaje que nos condujo a la desesperación, la recesión y el desempleo; es la receta de un modelo de país, que no revé viejas prácticas para la implementación de mejores resultados, sino que rifa al mejor postor la riqueza de nuestro país.
Pero existe otra vereda, una que reactiva el consumo y de la mano de él revitaliza las pymes, que aportan más del 90 por ciento del trabajo de nuestro país. La democracia de los pueblo, que de la mano de una puja mas redistributiva entienda que la mal llamada “política del derrame”, nunca derramó más que desilusión y desesperanza a quienes creyeron que era posible un conglomerado solidario.
Es así como en agosto aparece la primera prueba: seguir en la sumisión y la opresión, o animarse a más, a ser parte de un Estado inclusivo, con una fuerte intervención para resolver las desventajas del sistema y para redistribuir la riqueza del país en la clase trabajadora que la genera. Por supuesto, hay mecanismos que operan: que apuestan al descrédito, que hablan de imposibilidades de hacernos cargo de nuestro propio destino y que ponen en manos de órganos crediticios con recetas mágicas como el FMI, los destinos de cada uno de los argentinos.
Sin embargo, parte de nuestra responsabilidad de país es entendernos como colectivo solidario, amante de nuestra tierra y pleno de responsabilidades para con nosotros mismos. En ese camino, el de la independencia y la recuperación de nuestra soberanía, es que el 11 de Agosto, tenemos la responsabilidad de votar. Vamos por la democracia.