Política nacional: Del ajuste a las botas
Los problemas no cesan. La situación económica de la Argentina no levanta y en medio del temporal, la receta que cómodamente adopta el gobierno nacional, que vienen del Fondo Monetario Internacional (FMI), sólo admite dos opciones, que los ciudadanos miran con recelo y resisten sin miramientos: ajuste y soberbia.
Los números de esta semana no son alentadores: para el INDEC la actividad económica cayó un 6 por ciento en mayo y augura el inicio de una recesión que supone no mejorar el panorama.
En este contexto, las que más sufren son las PyMES: en los últimos días se conoció una cifra que por lo menos es alertadora de la situación: la cantidad de cheques rechazados por el Banco Central ascendió al 71 por ciento, cortando la cadena de pagos, fundamentalmente en lo que refiere a las pequeñas y medianas empresas que, ahogadas por la presión financiera y el aumento de los servicios, no pueden enfrentar la dura realidad: la plata ya no alcanza para mantener el negocio.
Pero la situación económica no es la única mala noticia de una semana que preocupa a los inestables mercados y que demuestra la crisis nacional que se atraviesa, porque a esta crisis financiera se le suma otra, compleja de resolver, que ve su primera cara de aparición: la decisión del presidente Mauricio Macri, de sacar a las FFAA a las calles para contener el descontento social y la crisis que avanza y que promete mostrar su peor cara, recordando los peores momentos institucionales de la historia de nuestro país.
El último paso para intentar una “reconciliación”, que ni la sociedad ni las instituciones están preparadas para dar. La primera muestra de las intenciones del gobierno fue el intento del 2×1 a los genocidas condenados, que masivamente rechazado por la sociedad (que incluso en su mayoría pide cárcel común, y no prisión domiciliaria), tuvo que dar marcha atrás con una Plaza de Mayo llena, pidiendo explicaciones.
La represión no es la mejor forma de hacerle frente a la crisis financiera, solo muestra una forma más de inestabilidad institucional que pende de un hilo y que no promete buenos resultados. Gobernar es entender que el ahogo financiero no se resuelve con soberbia.