La madre de Lucila Yaconis conserva las esperanzas de encontrar al asesino de su hija
Después de dos décadas, el perfil genético del femicida es la prueba clave con la que los pesquisas cuentan y que comparan con las 900 muestras del Registro Nacional de Datos Genéticos y con las de los bancos de otras provincias, como así también de países limítrofes.
Más de 7.300 días pasaron en los que el expediente judicial acumuló 23 cuerpos con 4.600 fojas y unos 60 cotejos de ADN desde que la adolescente Lucila Yaconis fue violada y asesinada, en abril de 2003 en el barrio porteño de Núñez, aunque su madre Isabel conserva un “halo de esperanza” en encontrar al femicida de su hija y se siente “muy conforme” con el “entusiasmo y énfasis” actual de la investigación.
Después de dos décadas, el perfil genético del asesino es la prueba clave con la que los pesquisas cuentan y que comparan con las 900 muestras del Registro Nacional de Datos Genéticos y con las de los bancos de otras provincias, como así también de países limítrofes.
La causa penal, que ya fue digitalizada, permanece en la Fiscalía de Distrito Núñez Saavedra, la que intervino desde el inicio, y en la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri), creada en 2018 para casos con autores ignorados, ambas a cargo de José María Campagnoli y su equipo.
“Esta unidad es importante porque las bases de datos han quedado chicas y de ella puede surgir hasta el patrón genético de una persona registrada como NN”, explicó hoy a Télam Isabel Yaconis, madre de la víctima.
“Estoy muy conforme con el entusiasmo y el énfasis que ponen desde esta unidad fiscal, que se ha cargado la causa al hombro y tiene el compromiso de que, mientras haya un ADN, la causa va a seguir abierta. Y eso me da un halo muy, muy grande de esperanza”, sostuvo la mujer.
Fuentes judiciales informaron aTélam que se han realizado 60 cotejos del ADN del asesino de Lucila (16) y hasta el momento todos dieron resultados negativos, aunque las diligencias continúan en ese sentido.
Por ejemplo, el año pasado se realizaron dos contrapruebas de ADN de una persona que estaba detenida hacía muchos años y de otra persona mencionada en la causa porque vivía en el barrio al momento del crimen de Lucila y había sido involucrado en un intento de abuso sexual.
En el expediente, radicado a su vez en el Juzgado de Instrucción 15 porteño de Karina Zucconi, nunca hubo un solo acusado, aunque se llegó a elaborar un identikit de un sospechoso, el cual se difundió públicamente.
Lucila tenía 16 años, a punto de cumplir 17, cuando el 21 de abril de 2003 salió del colegio al que concurría y cursaba el quinto año para dirigirse a lo de su abuela y, desde allí, regresar a su casa.
En ese camino, ya anocheciendo fue golpeada y asfixiada por un hombre al resistirse a una violación a metros del paso a nivel de la estación del Ferrocarril Mitre, en Núñez.
Tras el crimen, Isabel fue cofundadora de Madres del Dolor y desde la asociación fue una de las principales impulsoras del banco genético de violadores, creado mediante la Ley 26.870, sancionada en julio de 2013 y promulgada mediante su publicación en el Boletín Oficial 10 días después.
En el asesinato de Lucila, el violador dejó su ADN en la escena del crimen y éste fue precisamente el primer registro en ser incorporado formalmente al mencionado banco.
Además de servir para promover la creación del registro de violadores, el caso de Lucila derivó en mejoras en materia de seguridad en la zona de la estación de trenes de Núñez.
En ese barrio se inauguró en enero de 2019 una plaza con el nombre de “Lucila Yaconis” y en la que se colocó una placa y también un banco rojo con la inscripción “de regreso a casa, quiero ser libre, no valiente”.
Además, se llegó a homenajear a la adolescente con un poema que dice: “Se asumía, destinada a la vida, a su trajín de fresas y tormentas, a su rutina casi milagrosa, y ella tan ajena. No había aprendido a desnudarse.”télam