Desear por el otro la plenitud de la felicidad

 

Se termina el año, y una vez más el balance es inevitable, después de momentos tan emocionantes en este diciembre, después de tanta renovación de la esperanza y encuentro en las calles para festejar, cosa que parecía inalcanzable, después de darnos un nuevo empujón de unidad que nos permite pensar que es posible un país que elimine las grietas en pos de un objetivo común, de encontrar un camino compartido. 

Y desde La Urbe queremos desearles eso, que entre todos encontremos el camino de la unidad, de la justicia social, que ante la adversidad pensemos en un proyecto común, que tienda un puente entre las necesidades y las soluciones que nos igualen. No fueron tiempos fáciles, encontrar la senda del crecimiento después de parar el globo terráqueo fue el desafío que la humanidad tuvo que enfrentar para ese reencuentro prometido. 

Hoy, mientras algunos países del mundo se siguen cerrando porque la pandemia que aquí parece lejana sigue enfrentándolos de manera descarada; nuestra Nación se alza para reencontrarse en abrazos, fundirse en besos y volver a sentirse libre. No es que no tengamos COVID-19, quizás es que supimos tomar buenas decisiones a tiempo. 

Entonces, refrendar los acuerdos sociales, establecer un nuevo contrato social es posible, sin especulaciones, poniéndonos al hombro la tarea de, entre todos, asumir las responsabilidades que tenemos para recrear un país para muchos, donde la distribución de lo mucho que producimos, no se la queden unos pocos –o la fuguen para que para este editorial, y para la realidad, es un poco lo mismo.- 

Pensemos en Argentina, pero también en esa Nación que nos acuñó, nos dio un suelo y un techo para que sobrevivir, poco a poco se convierta en vivir mejor, en vivir bien. Porque si cada uno de nosotros tenemos esa misma posibilidad entonces estamos seguros de que ese sueño compartido se va a convertir en una realidad tangible. 

Pidamos para el otro ese deseo que nos mueve, pensemos en otros, en esos que compartieron nuestra lágrima más sentida por el miedo a la pandemia, nuestro grito de gol por el mundial, nuestra esperanza contenida, e invitémoslo a soñar con nosotros incluyéndolo en nuestra historia, pero con certezas, con alegría y con la llave que encienda una luz en tanta oscuridad. Porque si todos abrazamos los sueños compartidos con el otro, entonces tendremos parte de la batalla de la vida ganada. Feliz año 2023.