Imputan a siete policías de la Bonaerense por torturar y amenazar de muerte al militante de LGBT en Miramar
Los efectivos fueron separados provisoriamente de la fuerza de seguridad, luego de torturar y practicar un simulacro de fusilamiento contra Lautaro Blengio. El joven que preside el Centro de Estudiantes del colegio local sufrió en su cuerpo las prácticas de la Bonaerense relacionadas a las etapas más oscuras del país, retomadas desde la emergencia en seguridad que decretó la Provincia.
Siete policías de la Bonaerense fueron removidos de su cargo en Miramar mientras se investiga el secuestro y tortura a Lautaro Blengio, un joven de 17 años que denunció haber sido sometido a un simulacro de fusilamiento por parte de los efectivos locales. Además, fue torturado con quemaduras producidas por cigarrillos y golpes en su cuerpo.
Según informó la fiscal de la causa, los agentes del Comando de Patrullas Comunitaria (CPC) de la ciudad balnearia fueron imputados por el delito de «apremios ilegales».
Asimismo, la auditoria General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense resolvió separar preventivamente de la fuerza tanto a los siete imputados como a otro policía que estaba de guardia en la misma repartición.
Tal como lo dio a conocer esta agencia el martes pasado, efectivos de la policía de la Provincia detuvieron ilegalmente a Blengio y lo amenazaron de muerte. El joven preside el Centro de Estudiantes del colegio local, y aseguran que los hechos se habrían intensificados tras organizar una marcha por la igualdad en dicha localidad.
«A mi hijo lo tomaron por el pelo y le dieron la cabeza contra el patrullero, al tiempo que le decían que lo iba a matar”, denunció la madre de Lautaro.
De igual manera, según detalló el padre del joven, el hostigamiento había comenzado el lunes pasado con la primera amenaza de los policías. Al día siguiente, un auto de civil lo interceptó camino a la escuela y «lo llevaron apuntando (con un arma) y en el interior del viaje lo fueron cortando con una cortapluma. Lo llevaron al vivero y le sacaron la capucha, donde hicieron unas cruces en el cuerpo y le dijeron que en esas cruces lo iban a fusilar».
Cuando el joven fue llevado al vivero «lo golpearon, y le dijeron que así como él tenía sus derechos, ellos también los tenían y lo dejaron tirado en el vivero inconsciente hasta que pudo llegar a casa».