Las cifras del horror
Finalmente se conocieron las cifras que muchos de nosotros ya teníamos en mente. Técnicamente podemos hablar de casi un cincuenta por ciento en la inflación anual. Realmente podemos hablar, según datos del INDEC, porque existen consultoras con cifras más elevadas; de un 47.6 por ciento, de acuerdo al acumulado con la última medición de diciembre de este año, con tasas similares a las acumuladas en aquellos períodos de hiperinflación.
Esto sin considerar ningún precio en particular, como el de los servicios públicos que se han incrementado en algunos casos más de un 200 por ciento este año y que llevan acumulados en algunos casos, un 2000 por ciento durante los últimos tres años que lleva la administración de Cambiemos.
En tal sentido, uno podría pensar que con números tan desalentadores es previsible que el año entrante los números sean más amigos de los vecinos que aún están preocupados por la situación económica. Sin embargo, el presidente Mauricio Macri, en los últimos días reafirmó su intención de continuar con el plan económico de los últimos tres años, que nos llevó al barranco.
Si este plan económico subsistiera en el tiempo lo cierto es que asistiremos a una caída más fuerte aún del consumo interno, a mayor recesión, cierre de empresas, desocupación y mayor presión sobre el déficit fiscal por la caída de ingresos económicos. La historia dice que ningún gobierno con un panorama económico que acuse semejante realidad ha perdurado en su mandato, y la crisis institucional ya se está viendo.
En líneas de realidad el tope inflacionario que se conoció en los últimos días es el más alto desde 1991, pero acarrea además una caída de los salarios del orden del 10 al 15 por ciento en el sector privado y hasta el 40 por ciento en el sector público. Sin consumo, la economía se deteriora y el proceso político recesivo y “para algunos”, entra en un espiral complejo de idas sin vueltas que preocupa a la población. El descontento social se acrecienta al paso que crecen las posibilidades de alternativas.
Habrá que esperar, pero la espera que hasta ahora se caracterizaba por la paciencia de algunos sectores, ya no admite más diligencias: los números del gobierno están en rojo y preocupan. Los números no mienten.