Cada vez más niños tienen que ir a trabajar en Argentina
Según la Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (EANNA) realizada a fines de 2017, en Argentina hay más de 1.100.000 menores de 18 años que participan en actividades económicas, productivas o domésticas intensivas, interrumpiendo su formación y desarrollo.
Ninguna tarea o actividad realizada por un niño debe interferir en su escolaridad, ya sea por privarlo de asistir a las clases, obligarlo a abandonar anticipadamente las aulas o exigir combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo pesado. Tampoco debe afectar su tiempo de juego y de descanso, ni debe ser peligroso y prejudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño.
Si bien el Estado tiene el rol implementar las políticas públicas orientadas a la prevención y erradicación del trabajo infantil, las organizaciones representantes de empleadores, de trabajadores y la sociedad civil cumplen un rol fundamental para alcanzar las metas propuestas.
“Para combatir la problemática del trabajo infantil es necesario un trabajo conjunto de múltiples actores sociales e institucionales, públicos y privados, para mejorar el escenario y brindar igualdad de oportunidades para que los chicos estén en las escuelas y no trabajando”, comenta Ricardo Wachowicz, presidente de la Federación Argentina de Empresas de Trabajo Temporario, y Fundador de Bayton Grupo Empresario, integrantes de la Red de Empresas contra el trabajo infantil, un espacio de articulación interinstitucional, con el propósito de sensibilizar y difundir la problemática, generar, y apoyar y dar asistencia técnica a programas, planes y proyectos tendientes a la prevención y erradicación del trabajo infantil.
En el marco de la responsabilidad social empresaria, las empresas que la integran realizan acciones conjuntas tendientes a la prevención y erradicación del trabajo infantil en toda la cadena de valor, incorporando más empleadores a la tarea, sumando esfuerzos y recursos y compartiendo experiencias.
En Argentina hay más de 1.100.000 menores de 18 años que son alcanzados por actividades que se considera trabajo infantil
La educación tiene un rol fundamental en esta cuestión, la permanencia de niños, niñas y jóvenes dentro del sistema educativo no es solo un derecho sino también una forma de luchar contra el trabajo infantil, no solo para asegurar que durante ese tiempo de escolaridad no se encuentren desarrollando actividades laborales.
Según los últimos datos de la EANNA, se nota un fuerte impacto de la actividad laboral en los índices de deserción escolar: solo un 1% de niños entre 5 y 15 años que no realizan tareas laborales no asiste a instituciones educativas, mientras que dentro de los que realizan tareas laborales este porcentaje aumenta al 6% en zonas urbanas y al 10% en zonas rurales. Para aquellos jóvenes de entre 16 y 18 años que trabajan la tendencia se profundiza: el porcentaje de jóvenes que no asisten a instituciones educativas se eleva de un 10% al 25% en zonas urbanas, y de un 18% al 38% en zonas rurales.
Para erradicar el trabajo infantil es fundamental la permanente información y concientización de todos, dentro de espacios educativos y dentro de las mismas empresas, para aprovechar su potencial transformador y modificar prácticas culturales arraigadas, para crear un futuro que garantice igualdad y estabilidad en los años más importantes de la formación de nuestras futuras generaciones.