Cómo proteger a perros y gatos ante la ola de calor
Mascotas y altas temperaturas conforman un binomio de riesgo. Especialistas advierten que el golpe de calor es una urgencia médica que puede ser letal si no se actúa con rapidez y conocimiento.
Con el termómetro superando los 40 grados en gran parte del país, la vulnerabilidad de los animales de compañía se vuelve crítica. A diferencia de los seres humanos, los perros y gatos tienen una capacidad limitada para regular su temperatura corporal. Al poseer glándulas sudoríparas únicamente en las almohadillas de sus patas, dependen casi exclusivamente del jadeo y del contacto con superficies frías para liberar calor.
La prevención: el paseo y el asfalto
La regla de oro para este verano es estricta: evitar los paseos entre las 10 y las 18 horas. Durante este rango, el asfalto alcanza temperaturas que pueden provocar quemaduras graves en las almohadillas. «Si son días de mucha temperatura, hay que sacarlos bien temprano o tarde a la noche», explica la veterinaria Cecilia Noailles.
Además, existe un mito común sobre el corte de pelo. Contrario a lo que se cree, el pelaje funciona como un aislante térmico que protege la piel del animal tanto del frío como de la radiación solar. Raparlos en verano elimina su barrera natural y los expone a sufrir shocks térmicos con mayor facilidad.
Cómo identificar un golpe de calor
El golpe de calor no es un simple sofocón; es un fallo multiorgánico provocado por el colapso del sistema termorregulador. Los propietarios deben estar atentos a los siguientes signos de alerta:
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Jadeo excesivo y ruidoso: La señal más evidente de que el animal intenta enfriarse sin éxito.
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Decaimiento o desorientación: El perro o gato parece «borracho» o no puede mantenerse en pie.
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Mucosas azuladas o muy rojas: Un cambio de color en encías y lengua indica falta de oxígeno o shock.
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Vómitos, temblores o convulsiones: Signos de compromiso neurológico y sistémico grave.
Poblaciones de riesgo: los animales braquicéfalos
No todos los animales procesan el calor de la misma manera. El Senasa advierte que los cachorros, los ancianos, los obesos y aquellos con patologías cardíacas son los más expuestos. Sin embargo, hay un grupo de riesgo anatómico: las razas braquicéfalas (de cara chata).
Perros como el Bulldog Francés, Bulldog Inglés, Pug y Boston Terrier, así como los gatos Persas, tienen estructuras respiratorias comprimidas que dificultan enormemente el intercambio de aire necesario para enfriarse mediante el jadeo. Para estos animales, el aire acondicionado o la ventilación constante no son un lujo, sino una necesidad vital.
Protocolo de emergencia: qué hacer (y qué no)
Ante la sospecha de un golpe de calor, el tiempo es el factor determinante entre la vida y la muerte. El objetivo es bajar la temperatura de forma gradual.
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Traslado inmediato: Llevar al animal a un lugar sombreado y muy ventilado.
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Enfriamiento controlado: Mojar el cuerpo con agua a temperatura ambiente.
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Importante: Nunca usar hielo ni agua excesivamente fría, ya que esto produce una vasoconstricción que impide que el calor interno salga, empeorando el cuadro.
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Hidratación sin forzar: Ofrecer agua fresca, pero no obligar al animal a beber si no está plenamente consciente para evitar que el líquido pase a los pulmones.
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Urgencia profesional: Acudir al veterinario de inmediato, incluso si el animal parece mejorar, ya que pueden haber ocurrido daños internos invisibles.
