La dura realidad del desempleo en adultos mayores y el aumento de suicidios

El desempleo en adultos mayores es un factor clave en el aumento de suicidios, según la OPS. Un informe alarmante que evidencia la conexión entre la precariedad económica y la salud mental en Argentina.

l reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reveló un preocupante aumento de las muertes por suicidio en el continente, un fenómeno donde el desempleo y la precariedad económica en los adultos mayores son factores de riesgo clave. Este hallazgo se entrelaza con la compleja situación socioeconómica de Argentina, donde la crisis estructural profundiza la vulnerabilidad de los mayores de 50 años.

La situación del desempleo en adultos mayores se ha convertido en una problemática de salud pública crítica, evidenciada por datos alarmantes tanto a nivel regional como en Argentina. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha lanzado una seria advertencia: las muertes por suicidio aumentaron un 17% en las Américas desde el año 2000, un fenómeno que no se repite en ninguna otra región del mundo. El informe, que destaca el desempleo, la desigualdad educativa y la precariedad de la vida como factores de riesgo principales, pone en primer plano la vulnerabilidad de los sectores de más edad. En Argentina, este panorama se agrava por una crisis socioeconómica que impacta directamente en la estabilidad y el bienestar de las personas mayores.

Un contexto de crisis que golpea a los más vulnerables

El análisis de la OPS resuena con los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en Argentina, que reflejan una preocupante realidad. La tasa de desocupación alcanzó el 7,9% en el primer trimestre de 2025, la cifra más alta en cuatro años. Esto representa a más de 1,1 millones de personas sin un trabajo formal, una estadística que se ve ensombrecida por un crecimiento sostenido del empleo informal, que ya afecta a un 42% de la población activa. Aunque la problemática impacta especialmente a jóvenes y mujeres, el desempleo en adultos mayores se ha vuelto una fuente de gran incertidumbre y angustia, exacerbada por la pérdida del poder adquisitivo de las jubilaciones frente a la inflación y el fin de la moratoria previsional, que ha dejado a miles sin la cobertura necesaria para una vejez digna.

Esta pérdida de ingresos y la inseguridad económica no solo representan una amenaza para la subsistencia, sino que también tienen un impacto directo en la salud mental. La falta de acceso a servicios de salud mental de calidad, combinada con el aislamiento social que a menudo acompaña a la vejez y la pobreza, crea un caldo de cultivo para la depresión y la desesperanza, condiciones que se asocian fuertemente al riesgo de suicidio.

El suicidio en la tercera edad: Un problema silencioso y estructural

El informe de la OPS revela un dato contundente y a la vez desgarrador: el 71% de los suicidios en hombres y el 65% en mujeres en la región de las Américas ocurre en personas mayores de 50 años. Este grupo demográfico, a menudo invisibilizado, enfrenta una serie de factores de riesgo que se potencian mutuamente: la falta de ingresos dignos, el desempleo y el aislamiento social. En Argentina, donde las jubilaciones mínimas no alcanzan a cubrir las necesidades básicas de la canasta esencial, esta situación se vuelve crítica.

El suicidio en adultos mayores no es solo un problema individual o clínico; es un síntoma de una sociedad que no ha logrado garantizar las condiciones de vida mínimas para sus ciudadanos de mayor edad. La falta de una red de seguridad social sólida, la precariedad en el acceso a la atención médica y, en particular, a la salud mental, evidencian fallas estructurales que requieren una intervención urgente. La respuesta no puede limitarse a la medicina o la psicología, debe abarcar políticas públicas que protejan y dignifiquen la vida de este sector de la población.

Respuestas intersectoriales y llamado a la acción

Ante este panorama, la OPS ha propuesto una nueva estrategia regional para fortalecer los planes nacionales de prevención del suicidio. La iniciativa busca abordar la problemática desde múltiples frentes, promoviendo la capacitación comunitaria para detectar señales de riesgo, la promoción de habilidades socioemocionales desde la adolescencia, y una cobertura responsable en los medios de comunicación. También hace hincapié en la restricción de los medios letales y el fortalecimiento de la atención de salud mental.

Sin embargo, como subraya el propio informe, la crisis de salud mental exige respuestas intersectoriales. No es suficiente con reforzar el sistema de salud. Se requieren políticas públicas que garanticen empleo digno, protección social y un acompañamiento integral en la vejez. El suicidio es, en última instancia, un reflejo de desigualdades estructurales que requieren una atención urgente y coordinada.

Es imperativo que la sociedad y sus instituciones reconozcan la gravedad de este problema y actúen de manera proactiva. La atención a la salud mental debe ser considerada un derecho humano fundamental, y las políticas de empleo y previsión social deben garantizar que los adultos mayores puedan vivir sus últimos años con dignidad y seguridad, libres del miedo a la precariedad y el abandono.

Cómo pedir ayuda

Si usted o alguien que conoce se encuentra en una situación de crisis, es fundamental buscar ayuda profesional de inmediato. El Dispositivo de Orientación y Apoyo en la Urgencia de Salud Mental del Ministerio de Salud de la Nación ofrece atención las 24 horas, los 365 días del año. Los profesionales de esta línea brindan orientación, contención, información y, si es necesario, derivan a la red local de salud mental de acuerdo a su jurisdicción.

Línea gratuita de asistencia: 0800-999-0091