El estrés económico se dispara en Argentina: Más de la mitad de la población urbana afectada

La insuficiencia de ingresos genera creciente malestar en los hogares argentinos, según el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA). El estudio revela que más del 50% de la población urbana percibe que sus ingresos no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, un fenómeno que se extiende incluso a los sectores medios con empleo formal. Este "estrés económico" es una señal de alerta temprana sobre el deterioro social.

La radiografía del malestar económico argentino

El informe del ODSA-UCA, «Estrés económico y movilidad social en la Argentina urbana (2010-2024)», presentado por Agustín Salvia, Julieta Vera y Juan Ignacio Bonfiglio, desmiente la narrativa oficial sobre la mejora de los salarios. La investigación señala que la mitad de los argentinos experimenta estrés económico al no poder satisfacer sus necesidades básicas ni mantener un consumo y ahorro adecuados. Salvia enfatizó que el «no me alcanza» refleja una visión más realista de la pobreza, incluso si es un factor subjetivo.

El estrés económico ha superado el 50% por primera vez desde la postpandemia de 2021, alcanzando niveles similares a los de 2016, cuando el impacto de los aumentos tarifarios fue significativo. La conexión entre pobreza e insuficiencia percibida se ha acentuado. Entre 2017 y 2024, el 75.7% de los hogares pobres y el 89.8% de los indigentes reportaron sufrir estrés económico. Este cruce de datos objetivos y percepciones subjetivas subraya que la autopercepción de insuficiencia funciona como un indicador temprano del deterioro social.

Impacto en distintos estratos sociales

Los sectores más vulnerables, como los niveles socioeconómicos bajos y medio-bajos, han visto el estrés económico rozar el 80% en los momentos de mayor crisis. Sin embargo, la preocupación se extiende. Los sectores medio-altos también registran un aumento sostenido de esta percepción, lo que indica que la sensación de insuficiencia de ingresos se ha expandido más allá de los grupos tradicionalmente afectados por la pobreza. La presencia de niños en los hogares también se asocia con niveles más altos de estrés económico a lo largo de todo el período analizado, lo que sugiere una mayor presión financiera en las familias con dependientes.

Estrés económico como indicador complementario de pobreza

El estudio de la UCA propone el estrés económico como un indicador que complementa las mediciones tradicionales de pobreza por ingresos. Integra variables como aspiraciones, referencias normativas y experiencias previas, ofreciendo una visión más completa de las condiciones de vida. Salvia desmarcó la visión de la UCA de las interpretaciones oficiales, afirmando que «hay un aumento sostenido de la tasa de pobreza entre 2022 y 2024», contrariamente a la idea de una mejora pronunciada en 2024.

Desde 2010, los hogares argentinos han mostrado una tendencia ascendente en los tres indicadores relevados: estrés económico, pobreza e indigencia. Aunque existen momentos de convergencia, como el pico de 2016 y el repunte desde 2022, también se observan desfases. Por ejemplo, entre 2019 y 2020, mientras la pobreza por ingresos aumentaba, el estrés económico disminuía, posiblemente debido a políticas asistenciales y al contexto de aislamiento social por la pandemia.

A lo largo de todo el período, el estrés económico se ha mantenido entre 10 y 20 puntos porcentuales por encima de la pobreza por ingresos. Esta brecha refuerza la idea de que las condiciones de vida no pueden entenderse únicamente desde una perspectiva monetaria. La conclusión del informe es clara: el deterioro económico de los últimos años no solo se manifiesta en los datos duros, sino también en la creciente percepción de que la vida cotidiana se ha vuelto económicamente insostenible para una parte cada vez mayor de la población.