El enigma de los dobles: cuando el parecido va más allá de la casualidad
Un estudio científico reciente ha confirmado que existen personas con un asombroso parecido físico sin lazos familiares directos, pero lo más sorprendente es que podrían compartir genes y hasta ciertos hábitos.

Seguro que alguna vez te ha pasado: cruzas a alguien por la calle y te recuerda a otra persona. Esa sensación de familiaridad podría tener una explicación científica más allá de la casualidad. Un equipo de investigadores españoles ha descubierto que los «dobles» no solo comparten rasgos faciales, sino también similitudes genéticas y de estilo de vida.
La investigación, publicada en Cell Reports, fue liderada por el Dr. Manel Esteller del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras en Barcelona. A través de tecnología de reconocimiento facial y bases de datos genéticas, el estudio analizó a individuos con parecidos físicos notables. Se realizaron pruebas de ADN y cuestionarios sobre su vida cotidiana, permitiendo a los científicos comparar sus genes y hábitos.
Los resultados fueron reveladores: 16 pares de personas presentaban una semejanza facial tan alta que podría confundirse con la de gemelos idénticos. Pero el parecido no se limitaba al exterior. El análisis genético encontró coincidencias en los genes responsables de la forma de la nariz, los ojos y la estructura ósea. Además, estas personas compartían aspectos de su estilo de vida, como el consumo de tabaco o el nivel educativo.
No obstante, los científicos también hallaron diferencias importantes en los epigenomas, los mecanismos que regulan la expresión de los genes según el ambiente. Esto sugiere que, aunque dos personas puedan parecerse, sus organismos pueden funcionar de manera muy distinta a nivel biológico.
El estudio abre interrogantes en diversas áreas, especialmente en la seguridad. Los sistemas de reconocimiento facial utilizados en aeropuertos, investigaciones policiales y accesos biométricos podrían ser menos fiables de lo que se creía. La pediatra y genetista Karen Gripp advirtió sobre el riesgo de errores en identificaciones basadas en esta tecnología.
A pesar de sus implicaciones, la investigación tiene limitaciones, ya que la muestra utilizada incluía principalmente individuos de ascendencia europea. Resta por determinar si estos hallazgos se replican en otras poblaciones del mundo.
Lo que queda claro es que nadie es completamente único en su apariencia. En un mundo con más de ocho mil millones de habitantes, es inevitable que existan individuos con secuencias genéticas similares. Como afirmó el Dr. Esteller: «La tecnología simplemente nos ha permitido encontrarlos más fácilmente». Así que, la próxima vez que alguien te diga «me recuerdas a alguien», quizá tenga más razón de la que imaginas.