Fernando De la Rúa: 23 años de una renuncia histórica

La salida del entonces presidente marcó un punto de inflexión en la historia argentina, tras la profunda crisis social, económica y política de 2001.

El 20 de diciembre de 2001, Fernando De la Rúa renunció a la presidencia de la Nación, dejando un país sumido en una de las crisis más profundas de su historia reciente. Esta dimisión llegó apenas un día después de que el mandatario decretara el estado de sitio, una medida que desató violentas represiones y un saldo trágico de 39 personas fallecidas, además de decenas de heridos.

La renuncia del líder de la Alianza no fue un hecho aislado, sino el desenlace de una sucesión de eventos que evidenciaron el colapso del modelo económico y político de los años 90. Las medidas de ajuste implementadas, combinadas con el aumento del desempleo y la pobreza, generaron un clima de tensión social que explotó en diciembre de 2001. Las protestas masivas, los saqueos y el descontento generalizado evidenciaron la falta de confianza de la ciudadanía en el gobierno.

El estallido social

El estado de sitio declarado el 19 de diciembre no logró controlar el caos, sino que lo agravó. Miles de personas salieron a las calles en manifestaciones espontáneas que incluían el emblemático cacerolazo, símbolo del hartazgo de la clase media frente a la crisis económica y la corrupción política. En paralelo, las fuerzas de seguridad respondieron con una represión desmedida, dejando un saldo de víctimas que aún genera dolor y debate en la sociedad argentina.

De la Rúa, incapaz de sostener el diálogo político y aislado dentro de su propio gobierno, presentó su renuncia el 20 de diciembre y abandonó la Casa Rosada en un helicóptero, una imagen que quedó grabada en la memoria colectiva del país.

Consecuencias políticas y sociales

La salida de De la Rúa desencadenó una crisis institucional sin precedentes, marcada por la sucesión de cinco presidentes en tan solo dos semanas. Este período de inestabilidad política reflejó la gravedad de la situación, pero también evidenció la necesidad de un cambio estructural en las políticas económicas y en la relación entre el Estado y la sociedad.

A 23 años de aquella jornada histórica, los hechos de diciembre de 2001 siguen siendo objeto de reflexión y análisis. Las causas y consecuencias de esta crisis resuenan en el presente como un recordatorio de la importancia de construir instituciones sólidas, de promover la justicia social y de escuchar las demandas de la ciudadanía para evitar repetir los errores del pasado.