El consumo de carne vacuna per cápita en Argentina disminuyó un 12,3% entre enero y septiembre de 2024 en comparación con el mismo período del año anterior, según datos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA). Este descenso llevó el promedio de consumo a 46,8 kilos anuales por persona, marcando la cifra más baja en los últimos 26 años. En términos concretos, esto significa una reducción de 6,6 kilos por habitante.
Por otro lado, la producción de carne vacuna también se vio afectada, registrando una caída del 6,4% interanual en los primeros nueve meses de 2024. Sin embargo, en contraste con esta baja en el consumo interno, las exportaciones de carne vacuna experimentaron un aumento del 7,8% en el mismo período, lo que indica que la industria ha encontrado mercados externos para compensar la baja demanda local.
En cuanto a la inflación, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Gran Buenos Aires subió un 3,7% en septiembre de 2024, con una variación interanual del 214%. Esto representa una desaceleración inflacionaria por quinto mes consecutivo. A pesar de la estabilización relativa de algunos precios, el informe de CICCRA señala que los aumentos en los alimentos y bebidas no alcohólicas, particularmente en productos cárnicos y derivados, siguen siendo significativos.
Dentro del rubro carnes y derivados, el alza de precios en septiembre fue del 3,1% mensual. Este incremento no fue impulsado por los cortes de carne vacuna más consumidos, cuyo aumento promedio fue del 1%, sino por otros productos como el pollo entero, que subió un 5,2%, y las hamburguesas congeladas, con un incremento del 7,5%.
Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) reflejan incrementos menores en algunos cortes vacunos, con subas del 1,7% para el asado, 1,3% para el cuadril, 1,2% para la nalga, y un leve aumento del 0,4% en la carne picada común y la paleta.
Este panorama muestra cómo la inflación y la pérdida de poder adquisitivo afectan directamente el consumo interno, mientras que la industria cárnica encuentra refugio en la exportación para sostener su actividad.