Siestas: ¿por que podrían ser fundamentales para mejorar el desempeño físico?
Según un especialista consultado, se trata de una estrategia adecuada para optimizar el rendimiento y la recuperación de los deportistas.
Diversos estudios científicos sostienen la idea de que dormir después de realizar ejercicio no solo es recomendable, sino que también puede ser beneficioso para la salud. Este hábito, lejos de ser una muestra de pereza, podría convertirse en una estrategia valiosa para potenciar el rendimiento físico y cognitivo de los deportistas.
Durante el entrenamiento físico se producen cambios significativos en el cuerpo. El aumento del ritmo cardíaco, la elevación de la temperatura corporal y la repetición de contracciones musculares estimulan el sistema nervioso central y la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. “Estos cambios, a lo largo de la rutina de ejercicio, llevan a la fatiga central, generando la necesidad de descansar, y es aquí donde la siesta entra en juego”, explica a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Augusto Tevez, especialista en Medicina del Deporte y el Ejercicio.
En ese sentido, detalla que el cansancio post-entrenamiento varía según diversos factores, como la condición física, alimentación, hidratación, tipo de ejercicio, calidad del sueño previo y cuestiones médicas. Sin embargo, independientemente de estas variables, la siesta demuestra tener efectos positivos en el rendimiento y la recuperación. “Una siesta de 20 minutos, idealmente entre las 12:30 y las 16:50, puede mejorar tanto el rendimiento cognitivo como el físico de los deportistas que mantienen un sueño regular durante la noche”.
La llamada “siesta reparadora” es reconocida por la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos como beneficiosa, mejorando el estado de alerta, el rendimiento en tareas y la confianza, además de contribuir a un mejor humor.
En una investigación publicada en la Revista Británica de Medicina Deportiva, de la Universidad de Arizona, Amy Bender, especialista en temas relacionados con el sueño y la optimización del rendimiento atlético, de la Universidad de Calgary, Canadá, asegura que una siesta más prolongada, especialmente cuando el sueño nocturno no fue óptimo, atraviesa un ciclo completo de sueño, incluyendo el sueño profundo donde se libera la hormona del crecimiento humano para iniciar la recuperación.
Además, también involucra el sueño REM, crucial para el almacenamiento de recuerdos y aprendizaje. En ese sentido, una siesta bien realizada puede resultar en la disminución de la frecuencia cardíaca, la reducción de la presión arterial, la relajación de los músculos y un aumento en el almacenamiento de energía.
Estrategia de recuperación pasiva
En el ámbito deportivo, la siesta se presenta como una estrategia valiosa de recuperación pasiva. En el fútbol, por ejemplo, se considera fundamental para contrarrestar la fatiga y acelerar la recuperación después de partidos y entrenamientos intensos. La siesta, vista como una alternativa a la reducción del tiempo de sueño, puede tener efectos positivos en diversas habilidades cognitivas, siendo beneficiosa en días con sesiones de aprendizaje y adquisición técnica, táctica o estratégica.
Los estudios científicos también destacan la relación entre el ejercicio y la salud cerebral. Por ejemplo, la neurobiología revela que el ejercicio no solo beneficia la salud física, sino que también activa reacciones en el cerebro. En esa línea, durante la actividad física, se liberan neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina, contribuyendo a regular el estrés, los procesos de recompensa y estimulando la neurogénesis, la generación de nuevas neuronas, especialmente en el hipocampo, asociado al aprendizaje y la memoria.
Con todo, lejos de ser considerada como pereza, esta práctica proporciona un reinicio tanto para el cuerpo como para el cerebro, permitiendo una recuperación más eficiente y alentando a los atletas a enfrentar desafíos aún más exigentes.unq