«Monstruo: La historia de Ed Gein»: La serie de Netflix expone al asesino convertido en mito de Hollywood
Monstruo: La historia de Ed Gein, la nueva temporada de la antología de Ryan Murphy, disecciona la figura del infame asesino y profanador de tumbas de Wisconsin. La serie, con Charlie Hunnam como Gein, no solo narra los crímenes, sino que traza la fascinante línea que conecta la represión religiosa de los años 40 con la creación de los villanos icónicos de Hollywood.

Un retrato crudo de la patología: El origen del «monstruo»
El creador, Ryan Murphy, en colaboración con Ian Brennan, regresa a la fórmula que convirtió el true crime en un fenómeno de streaming con Dahmer y Los hermanos Menéndez. En esta tercera entrega, el foco se pone en Ed Gein, cuya historia es esencialmente la del origen del terror moderno en la cultura popular.
La serie de ocho episodios sumerge al espectador directamente en la granja de Plainfield, Wisconsin, para mostrar el ambiente asfixiante que modeló a Gein. La actuación de Charlie Hunnam (recordado por Sons of Anarchy) es un pilar central, ya que logra desprenderse de su imagen de galán para encarnar la fragilidad y la perturbadora inexpresividad de un hombre emocionalmente castrado. Hunnam, que investigó registros de audio del asesino, dota a Gein de una voz aniñada y un aire de represión que resulta profundamente incómodo.
El núcleo dramático de la temporada es la relación patológica de Ed con su madre, Augusta Gein (Laurie Metcalf). Augusta, retratada como una fanática religiosa obsesionada con el pecado y la culpa sexual, aísla a su hijo y lo adoctrina bajo la idea de que las mujeres son «pecadoras» y «Jezabel». La serie sugiere que esta dinámica tóxica y la posterior muerte de Augusta desatan en Ed un horror que trasciende los asesinatos, llevando a las profanaciones de tumbas y a la creación de su macabro «catálogo» de objetos hechos con restos humanos (máscaras, lámparas, cinturones).
La metamorfosis del crimen en cultura pop
La audacia narrativa de Murphy no se limita a la biografía criminal. La serie establece una conexión audaz entre la sordidez de los crímenes de Gein y la fascinación de Hollywood. Gein, quien a diferencia de otros asesinos como Dahmer, cometió solo dos asesinatos confirmados, se convirtió en una leyenda de la depravación por la naturaleza grotesca de sus profanaciones y la fabricación de trofeos de piel y huesos.
La serie entrelaza la vida de Gein con la de Robert Bloch, el autor de Psicosis, quien vivía en la misma región, y con el director Alfred Hitchcock. Al presentar a estos creadores discutiendo la adaptación del libro, Monstruo subraya el momento exacto en que la historia de Gein pasa de ser un suceso policial a un arquetipo cultural. La serie cita a Hitchcock afirmando que la audiencia de la posguerra ya no le teme a los monstruos clásicos como Drácula o Frankenstein: «El monstruo somos nosotros».
Esta tesis se materializa en la lista de villanos cinematográficos inspirados directamente en Gein: Norman Bates (Psicosis), Leatherface (La matanza de Texas) y Buffalo Bill (El silencio de los corderos). Al mostrar la filmación de Psicosis y el interés del director por la psique de Gein, la serie reflexiona de forma metanarrativa sobre el acto de convertir la miseria y el crimen en entretenimiento, un acto que el propio show reproduce.
¿Arte, historia o morbo? La pregunta ineludible
La nueva entrega de Monstruo mantiene la estética cuidada y el ritmo hipnótico característicos de la producción de Ryan Murphy, elementos clave de su éxito masivo. Sin embargo, su llegada a Netflix reaviva la discusión sobre el consumo de true crime.
Si bien esta temporada, al abordar un caso tan distante en el tiempo (Gein murió en 1984), logra mitigar las críticas por la victimización directa que enfrentaron las entregas anteriores, el estilo de Murphy sigue siendo señalado por algunos críticos como una «celebración de lo grotesco» o una inclinación hacia el voyeurismo.
A pesar de las críticas, la serie cumple su objetivo: funciona porque perturba. Al evitar los clichés del terror gótico y presentar a un asesino nacido de la represión religiosa y el aislamiento en una simple granja de Wisconsin, Monstruo: La historia de Ed Gein ofrece una exploración sobre cómo el contexto social patológico engendra a los arquetipos más oscuros de la ficción. Es un reflejo sobre la fascinación humana por el horror y cómo el asesino convertido en ícono sigue siendo un negocio redondo en la era del streaming.