La desindustrialización argentina: Fábricas cierran, producción migra y el empleo entra en alerta

Argentina experimenta un acelerado proceso de desindustrialización. Numerosas fábricas cierran sus puertas, líneas de producción se trasladan a Brasil y el mercado se inunda con productos importados desde China.
Este fenómeno, impulsado por una política de apertura comercial extrema, genera una creciente preocupación entre empresarios, economistas y gremialistas, quienes alertan sobre una inminente «bomba de tiempo» en el ámbito del empleo si la tendencia no se revierte.

La avalancha importadora y el desmantelamiento industrial

Durante el primer semestre de 2025, las importaciones argentinas crecieron un 34,6% en dólares, con un notable aumento del 53,2% en volumen solo en junio. Esta avalancha responde a un patrón claro: empresas que abandonan la producción local para transformarse en meras importadoras. Este escenario es resultado directo de las políticas implementadas por el gobierno de Javier Milei, que incluyen la eliminación de controles a las importaciones, la reducción de aranceles, la autorización de ingreso de productos sin cumplir normativas técnicas estrictas y la facilitación para importar maquinaria usada o a través de servicios de courier.

Expertos señalan que estas medidas están «desarmando el entramado industrial nacional» sin ofrecer alternativas ni un plan de transición para los trabajadores afectados. Un informe del Centro de Estudios Fundar, titulado «Abrir sin Paracaídas», advierte que más de 430.000 puestos de trabajo están en riesgo debido a la sustitución de la producción local por bienes importados. Incluso industriales que aún resisten reconocen que la apertura fue «brutal», y que ahora dependen cada vez más de insumos y productos fabricados en el exterior.

Brasil y China: los nuevos ejes de producción para el mercado argentino

El cambio de paradigma es palpable en diversos sectores. La industria autopartista es una de las más golpeadas, con empresas como SKF que ya están trasladando parte de su producción a Brasil. Otros grupos, como Mirgor, optan por importar la mayoría de sus componentes desde China para solo ensamblarlos localmente. Un caso paradigmático es el Proyecto Patagonia de Volkswagen, en alianza con Saic-Maxus, que directamente importa vehículos en sistema CKD (completamente desarmados) para un ensamble mínimo en General Pacheco, sin utilizar partes nacionales.

Aldo Lo Russo, empresario del sector metalúrgico, ilustra la situación: su oferta pasó de un 5% a un 20% de producto importado. Este viraje es tan marcado que se duplicó la cantidad de empresarios argentinos que asistieron este año a la Feria de Cantón en China, buscando proveedores y precios más competitivos.

Casos emblemáticos de cierre y migración de producción

La desindustrialización se materializa en casos concretos de empresas tradicionales que abandonan la producción local:

  • Lumilagro: La icónica fabricante de termos dejó de producir el 60% de su línea en Argentina, trasladando esa producción a China. Su planta en Tortuguitas ahora se limita a unos pocos modelos y emplea a solo 65 personas, compitiendo con un mercado saturado de termos importados, incluyendo muchos de contrabando.
  • Kenvue: La multinacional productora de toallitas femeninas cerró su planta en Pilar y mudó su producción a Brasil y Colombia.
  • Clariant: Esta compañía también cesa operaciones en el Parque Industrial de Zárate para concentrar su producción en Brasil, desde donde abastecerá al mercado argentino.

La economista Agostina Monti Farías subraya que el caso de Lumilagro no es aislado, indicando que «muchos empresarios importan para sobrevivir, no porque lo prefieran, sino porque ya no pueden sostener los costos de producir en Argentina».

El sector textil: otra víctima con miles de empleos en riesgo

El sector textil, que históricamente ha sido una importante fuente de empleo, también sufre un fuerte retroceso. Marco Meloni, vicepresidente de la Fundación Pro Tejer, estima una pérdida de 13.000 empleos y otros 15.000 trabajadores en situación de vacaciones forzadas o turnos reducidos. Meloni explica que quienes antes fabricaban todo localmente, ahora compran un 60% de productos importados. En los grandes centros comerciales, la presencia de prendas con contenido nacional ha caído drásticamente, representando apenas el 15% del total.

Argentina se enfrenta a un éxodo empresarial que vacía fábricas, destruye empleos y transforma progresivamente al país en un simple mercado consumidor de bienes extranjeros. Las advertencias sobre las consecuencias de una apertura comercial sin mecanismos de contención son claras, y miles de trabajadores se enfrentan a un futuro incierto. La cuestión crucial es si el gobierno tomará medidas antes de que el daño al tejido productivo y social sea irreversible.