Consumo golpeado: 6 de cada 10 argentinos compran para la semana y pagan más caro en su barrio
Un informe revela cómo la falta de ingresos obliga a la mayoría a compras semanales, exponiendo una preocupante brecha de precios donde los negocios de cercanía, los más utilizados, ofrecen las tarifas más elevadas en la canasta básica.

La persistente inflación, un fantasma que el ministro de Economía Luis Caputo y el presidente Javier Milei parecen minimizar en sus discursos, impacta de lleno en los hábitos de consumo de los argentinos. La falta de poder adquisitivo obliga a más del 60% de la población a realizar compras de alimentos para cubrir apenas una semana, una realidad que expone una preocupante paradoja: los precios más altos de la canasta básica se encuentran precisamente en los negocios de cercanía, donde se concentra la mayor parte de la comercialización de productos.
Un reciente informe de la consultora Focus Market arroja luz sobre estos hábitos de consumo marcados por una notable dispersión de precios. La encuesta revela que un mismo producto puede presentar variaciones significativas incluso dentro de un mismo barrio, obligando a los consumidores a una búsqueda constante de las opciones más accesibles. Los resultados del relevamiento son contundentes:
- El 62% de los encuestados compra alimentos para una semana.
- Apenas el 18% planifica sus compras para un mes.
- Un 16% realiza reposiciones diarias, lo que implica un mayor costo total a largo plazo.
- Solo un 4% logra stockearse para un par de meses, una estrategia que requiere una mayor capacidad de inversión inicial.
Al analizar dónde se adquieren categorías específicas como carnes y frutas y verduras, el informe destaca que el 81% de los consumidores elige carnicerías y verdulerías, evidenciando la importancia de los comercios especializados de barrio para estos productos frescos. En contraste, solo el 13% opta por hipermercados, el 3% por autoservicios, el 2% por tiendas de descuento y apenas el 1% por supermercados orientales.
Damián Di Pace, director de Focus Market, explica esta preferencia señalando que «los consumidores perciben que encuentran mejores precios en hipermercados frente a autoservicios, pequeñas tiendas y supermercados por búsqueda de ofertas por volumen, descuentos temporales, primeras marcas en categorías clave a precios muy bajos para atraer al consumidor. Estas estrategias están reforzando la idea de que comprar ahí es más barato incluso cuando en muchos casos no lo sea».
La paradoja del «más cerca, más caro»
Mientras el ministro Caputo celebra públicamente que los grandes supermercados no hayan convalidado todos los aumentos de precios sugeridos por los proveedores tras la devaluación, la realidad del consumo diario se desarrolla en otro escenario. La gran mayoría de los alimentos se comercializa en los negocios de cercanía, y es allí donde los precios, sin promociones ni descuentos, resultan ser los menos convenientes para el bolsillo de los argentinos.
La propia encuesta de Focus Market revela dónde los consumidores perciben encontrar los mejores precios por producto fuera de ofertas puntuales:
- El 48% los encuentra en hipermercados.
- El 26% en supermercados mayoristas.
- El 12% en supermercados orientales.
- Solo el 8% en comercios de barrio.
- El 4% en autoservicios.
- El 2% en tiendas de descuentos.
Fuentes del sector confirmaron al portal digital El Destape que el 63% de las ventas de alimentos se realiza a través de comercios de proximidad, un dato que al cruzarse con el informe de Focus Market concluye que los peores precios se pagan precisamente en los lugares donde la mayoría de la gente compra.
Esta situación se agrava al considerar que en los barrios más populares, la falta de tiempo y los costos de traslado dificultan el acceso a los grandes centros de compra, obligando a los consumidores a pagar precios más elevados en los negocios de su entorno.
Finalmente, al consultar dónde se encuentran las mejores ofertas, promociones y descuentos, el 52% de los encuestados señaló a los hipermercados, el 29% a los supermercados mayoristas, el 7% a los supermercados orientales, el 6% a los comercios de barrio, el 4% a los autoservicios y el 2% a las tiendas de descuentos.
Este panorama dibuja una «alianza» implícita entre los grandes productores de alimentos y las cadenas de supermercados, que pueden ofrecer mejores precios gracias a su escala y capacidad de negociación. Esta tendencia representa una seria amenaza para la supervivencia de los pequeños comercios locales, que no pueden competir con estas condiciones y terminan ofreciendo precios menos competitivos a una población cada vez más golpeada por la pérdida de poder adquisitivo.