Fuerte aumento del costo de vida: Una familia necesitó más de $1.100.000 en marzo para superar la línea de pobreza
El indicador que mide bienes y servicios esenciales se incrementó un 4%, mientras la Canasta Alimentaria subió 5,9%. La inflación general del mes fue del 3,7%, impulsada por Educación y Alimentos, informó el INDEC.

El costo de vida en Argentina continúa su escalada, golpeando directamente el bolsillo de las familias. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), una familia tipo de cuatro integrantes necesitó ingresos por $1.100.267 durante marzo para no ser considerada pobre en el Gran Buenos Aires. Este umbral refleja el valor de la Canasta Básica Total (CBT), que experimentó un aumento del 4% en ese mes.
El informe oficial detalla que la CBT, la cual contempla no solo los alimentos esenciales sino también un conjunto de bienes y servicios básicos como transporte, salud, educación y vestimenta, acumula ya un incremento del 7,4% en lo que va del año 2025. La comparación interanual, contrastando marzo de 2025 con el mismo mes del año anterior, arroja una suba aún más pronunciada, alcanzando un 42,3%. Esta cifra evidencia la persistente presión inflacionaria que han soportado los hogares durante los últimos doce meses.
Paralelamente, la Canasta Básica Alimentaria (CBA), indicador que define la línea de indigencia al medir exclusivamente el costo de los alimentos necesarios para cubrir los requerimientos nutricionales mínimos, registró una suba mensual superior a la de la CBT, ubicándose en un 5,9% para marzo. De acuerdo con el INDEC, el costo de esta canasta para la misma familia de cuatro miembros (dos adultos y dos menores) ascendió a $495.616.
El acumulado anual para la CBA muestra una tendencia preocupante, con un aumento del 10,3% en apenas tres meses. La variación interanual de la canasta alimentaria se situó en 38,4%, un porcentaje que, si bien es menor al de la CBT, impacta directamente en los sectores más vulnerables de la población, aquellos cuyos ingresos apenas alcanzan para cubrir las necesidades básicas de subsistencia.
Estos cálculos se realizan tomando como referencia el costo de las canastas para un «adulto equivalente». En marzo, la línea de pobreza para un individuo adulto se fijó en $356.073, mientras que la línea de indigencia individual fue de $160.393. Estos valores unitarios son fundamentales para comprender la base sobre la cual se estiman los umbrales para diferentes composiciones familiares y dimensionar el desafío económico a nivel personal.
El aumento de ambas canastas se enmarca en un contexto de aceleración de la inflación general. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) a nivel nacional registró en marzo una variación del 3,7% respecto al mes anterior. Este dato representa un incremento significativo en comparación con el 2,4% registrado en febrero, marcando una reversión en la tendencia de desaceleración que se había observado previamente.
Según el desglose del INDEC, el alza inflacionaria de marzo estuvo fuertemente impulsada por el rubro «Educación», que experimentó un notable aumento del 21,6%, coincidiendo con el inicio del ciclo lectivo en gran parte del país. Asimismo, el capítulo de «Alimentos y bebidas no alcohólicas», componente clave de ambas canastas básicas, mostró una oscilación positiva del 5,9% durante el mes pasado, explicando en gran medida el fuerte incremento de la CBA.
La inflación acumulada en el primer trimestre de 2025 ya alcanza el 8,6%. Si se mira la trayectoria de los últimos doce meses, la inflación interanual (marzo 2024 – marzo 2025) trepó al 55,9%. Estos porcentajes consolidan un panorama económico complejo, donde la constante suba de precios erosiona el poder adquisitivo y dificulta la planificación financiera de los hogares.
Los datos oficiales de marzo confirman, una vez más, la persistencia de un elevado costo de vida y la centralidad del fenómeno inflacionario en la realidad económica argentina. El seguimiento de la evolución de las canastas básicas resulta crucial, ya que estos indicadores no solo miden el costo de bienes y servicios esenciales, sino que también funcionan como termómetro de la pobreza y la indigencia en el país, reflejando los desafíos socioeconómicos que enfrenta una parte significativa de la población.