No resiste archivo: Patricia Bullrich y su doble discurso sobre las protestas

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha quedado en el centro de la polémica por su postura contradictoria respecto a las manifestaciones sociales. Mientras hoy condena y reprime duramente a quienes protestan por la crisis de los jubilados, en el pasado promovió movilizaciones opositoras con consignas destituyentes.

En las redes sociales comenzó a circular un video del año 2013 en el que Bullrich, entonces diputada, convocaba a la ciudadanía a participar de “la lucha callejera” contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En esa oportunidad, incentivó una masiva protesta contra la reforma judicial impulsada por el kirchnerismo, llamando a la movilización como una herramienta para “lograr un cambio” y “terminar con la lógica populista”. Sus palabras alentaban a la gente a salir a las calles, destacando la protesta como un derecho legítimo y necesario.

Sin embargo, hoy, desde su rol en el gobierno de Javier Milei, Bullrich califica a quienes protestan por los derechos de los jubilados como “terroristas” y “desestabilizadores”, justificando una fuerte represión policial contra manifestantes. Su discurso ha dado un giro radical, pasando de la promoción de las marchas a la criminalización de las mismas, dependiendo de quién esté en el poder.

Esta no es la primera vez que la ministra cambia su postura de acuerdo con la coyuntura política. Durante la pandemia, también impulsó protestas contra las restricciones sanitarias y participó en una quema de barbijos en el Obelisco, en abierta oposición a las medidas del entonces gobierno de Alberto Fernández. No obstante, ahora que ocupa un cargo clave en el gabinete de Milei, su discurso se ha endurecido, promoviendo un modelo de orden basado en la represión.

Este doble estándar genera fuertes críticas, ya que pone en evidencia que su valoración sobre las protestas no responde a un principio democrático sino a una conveniencia política. Mientras en su etapa opositora llamaba a manifestarse en las calles, en el gobierno busca desarticular cualquier reclamo con gases lacrimógenos y represión. Este cambio de actitud no ha pasado desapercibido y ha avivado el debate sobre el uso del poder y la coherencia política en Argentina.