Verde, cerveza y mitos: el verdadero origen del Día de San Patricio
La festividad que conquistó el mundo tiene su historia y, como siempre, algunos mitos que vale la pena derribar.

Cada 17 de marzo, el mundo se tiñe de verde y se entrega a la celebración del Día de San Patricio con desfiles, cerveza y todo tipo de parafernalia irlandesa. Pero, más allá del marketing y la resaca del día siguiente, la historia del santo y la festividad es mucho más compleja de lo que parece.
La fecha conmemora la muerte de San Patricio, el misionero que llevó el cristianismo a Irlanda en el siglo V. Nacido en Britania (actual Reino Unido), Patricio no era irlandés ni se llamaba así. Fue capturado por piratas y vendido como esclavo en Irlanda, donde pasó seis años antes de escapar. Más tarde, regresó como misionero y se convirtió en el principal difusor del cristianismo en la isla. Su legado está plagado de leyendas: desde expulsar serpientes de Irlanda (aunque nunca hubo serpientes allí) hasta usar un trébol para explicar la Santísima Trinidad.
Irlanda lo veneró por siglos, pero la festividad tal como la conocemos hoy no nació en Dublín, sino en Estados Unidos. Los inmigrantes irlandeses del siglo XIX, marginados y discriminados, convirtieron el 17 de marzo en un símbolo de orgullo étnico. En 1762, Nueva York realizó el primer desfile de San Patricio, que luego se transformó en una megacelebración global. Con el tiempo, la festividad fue adoptada por la cultura pop y las grandes marcas, transformando su carácter religioso en una excusa para vender más cerveza.
Irónicamente, en Irlanda la celebración fue más sobria durante mucho tiempo. Hasta la década de 1970, los bares cerraban el 17 de marzo por ser una festividad religiosa. No fue hasta la llegada del turismo masivo que el país abrazó el modelo de fiesta estadounidense y convirtió Dublín en uno de los epicentros mundiales de la celebración.
Hoy, el Día de San Patricio es un fenómeno global que va desde el río Chicago tiñéndose de verde hasta fiestas multitudinarias en Buenos Aires. Sin embargo, la realidad es que, como muchas festividades modernas, la esencia original se ha diluido en medio del consumismo y la comercialización.
Detrás de los sombreros ridículos y los litros de cerveza verde, queda la historia de un hombre que jamás imaginó que su legado sería transformado en una fiesta masiva. Lo que empezó como una conmemoración religiosa terminó convertido en un evento global donde la tradición y el negocio van de la mano, impulsados por el turismo y la cultura popular.