«¿Con qué derecho le arrebataron la vida a mi hijo?», dijo la madre de Fernando

 

«Lo atacaron por la espalda, lo tiraron por el piso. Le reventaron la cabeza, ese cuerpito que yo lo tuve nueves meses en mi panza», relató Graciela Sosa Osorio frente al tribunal que juzga a Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz, y Luciano, Ciro y Lucas Pertossi.

María Graciela Sosa Osorio, la madre de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado en enero de 2020 frente a un boliche de Villa Gesell, aseguró este lunes que ella es «una mujer acabada», que su hijo «era un ángel» y que no comprende cómo chicos de su misma edad lo atacaron y le «arrebataron la vida», al declarar en la primera audiencia del juicio a los ocho rugbiers imputados del crimen, que se lleva adelante en los tribunales de Dolores.

Por su parte, Silvino, esposo de Graciela y padre de la víctima, declaró también como testigo y recordó que fue un comisario de la policía bonaerense quien le avisó horas después del hecho que su hijo había muerto «en una riña», pero que hasta que llegó a esa ciudad balnearia tenía un «poquito de esperanza de que fuera otro» el fallecido.

«Éramos inseparables. Éramos una familia feliz, humilde, que tratamos de inculcar los mejores valores a nuestro hijo. Era un chico muy sacrificado, desde chiquito», dijo conmovida la mujer, al declarar como la primera testigo del juicio ante el Tribunal Oral en lo Criminal 1 (TOC) 1 de Dolores.

«No comprendo, y nunca aceptaré, cómo chicos de la edad de Fer le hayan hecho esto. Lo atacaron por la espalda, lo tiraron por el piso, le reventaron la cabeza… ese cuerpito que yo lo tuve nueves meses en mi panza», dijo en un tramo de un testimonio cargado de llanto y emoción, al punto de que en dos oportunidades la jueza que preside el tribunal le preguntó si estaba en condiciones de seguir.

«No tuvieron piedad. Le llamaban ‘negro’. Era mi príncipe. Lo educamos tanto y que de un día al otro aparezcan en su camino. ¿Con qué derecho le arrebataron la vida?», preguntó Graciela delante de los acusados por el homicidio de su hijo.

Y continuó: «No tengo nada, no tengo razón para vivir. ¿Saben lo doloroso que es ir al cementerio, tocar la foto de él y no tener respuesta? Somos huérfanos para siempre. Quiero un poco de paz».

«Yo extraño muchísimo a Fernando. Van a hacer tres años, para mí es como que el tiempo se detuvo. A veces pienso que es una pesadilla. Pero no es así: Fernando está muerto. Se fue para siempre de nuestra vida. Mi chiquito hermoso tan bueno. Que me dio tanta felicidad. Yo ya soy una mujer acabada, sin vida, sin ganas de vivir. No sé de dónde saco la fuerza, pero sigo adelante. Extraño tanto ese abrazo, que el día de la madre yo no pueda escuchar ‘feliz día mami'», señaló la mujer, cuyo testimonio hizo llorar hasta al personal policial que escuchaba desde la puerta del recinto.

Luego, describió a Fernando como «un chico feliz, humilde, tímido» y con «muchísimos amigos» y a quien decidieron darle todo su apoyo cuando al terminar la escuela secundaria decidió «estudiar la carrera de abogacía».

«Hice todo lo posible para que nunca le faltara nada. Y sobre todo le di mucho amor. Mucho amor le di a Fernando», agregó.

Y luego de la testimonial de la mujer fue el turno de la de Silvino, quien, entre otras cuestiones, repasó lo ocurrido horas después del hecho.

 

«Ese día iba a trabajar. Graciela se levantó temprano. Estaba dando vueltas y no se quería levantar, y había una señora conocida que llamaba desde Gesell. ´¿Escuchaste lo que pasó?´, le dijo. ´A Fernando le pasó algo y lo llevaron al hospital´», recordó.

Y continuó: «Después me dijo Graciela: ´Voy a preparar los bolsos para ir a Villa Gesell a ver qué le pasó a Fernando´ y en ese interín sonó el teléfono. Atiendo. ´Soy el comisario Rosales, usted es el papá de Fernando Báez Sosa? Su hijo murió en un riña´».télam