La feliz historia de Poncho, el perro que volvió tras dos meses gracias a Zoonosis Brown y Bomberos
El Centro Municipal de Sanidad Animal y Zoonosis de Almirante Brown volvió a ser noticia pero esta vez no por su invaluable trabajo en materia de sanidad animal, sino por haber colaborado en el hallazgo de Poncho, un perrito que estuvo perdido casi dos meses y que fue buscado incansablemente por su dueña Mariel, una vecina de Burzaco.
Todo comenzó a mediados de julio cuando Mariel realizaba trabajos de electricidad en su casa y, tras un descuido, dejó el portón abierto y sus perros se escaparon. Uno de ellos, «Gordo», fue hallado a los 13 días, mientras que el calvario para dar con Poncho se extendió por casi dos meses.
La familia movió cielo y tierra para dar con su preciado animal, de cinco años de edad. Golpearon las puertas de sus vecinos, vecinas y conocidos del barrio, instituciones e incluso realizaron publicaciones por redes sociales hasta que recibieron la información de que Poncho había sido visto en el Hogar Israelita, en Burzaco.
“Fui desesperada hasta el lugar pero no pude encontrarlo porque es una zona amplia y de mucho follaje. Desde ese momento nos acercamos todos los días, desde el 29 de agosto hasta el 22 de septiembre con comida para ver si podíamos atraerlo pero no teníamos ningún resultado. Nos parábamos en la puerta del lugar sobre la avenida Monteverde y desde allí intentábamos llamarlo”, relató Mariel.
Abarcando todas las opciones posibles, Mariel llegó también hasta Zoonosis Brown, al establecimiento ubicado en Martín Fierro N° 33, esquina avenida Monteverde de Burzaco, lugar donde Poncho había sido castrado tiempo atrás.
Allí encontró al siempre presente equipo de profesionales, quienes la acompañaron en distintas oportunidades hasta el predio en cuestión para brindarle acompañamiento emocional y también recomendaciones.
Incluso, a la comitiva se sumaron también integrantes de la Brigada Canina de los Bomberos Voluntarios de Almirante Brown, quienes realizaron rastrillajes en la zona buscando a Poncho.
Todas las conclusiones eran las mismas: Poncho estaba en el lugar pero no se mostraba debido a su estado de shock, desorientación y a una suerte de estado de supervivencia que adoptó para sobrevivir.
Gracias a las indicaciones recibidas, Mariel y su familia continuó de forma cotidiana e incesante buscando en el lugar, de día, de noche, con sol, con frío y con lluvia. Consiguió incluso, una jaula trampa, a la que le ponía comida en su interior para intentar atraer al animal.