¿Por qué se celebra el Día Nacional del Actor y la Actriz?

La efeméride se celebra en la Argentina el segundo lunes de mayo de cada año, mientras que en el resto del mundo el festejo tiene lugar cada 26 de agosto.
“Hacer teatro es jugar con los fantasmas de uno y atreverse a amar como Romeo y a codiciar como Ricardo III”, decía Alfredo Alcón, uno de los mejores actores argentinos. Y es esa capacidad de admitir la complejidad humana lo que amamos de nuestras y nuestros comediantes. Por eso, el segundo lunes de mayo de cada año se celebra en la Argentina el Día del Actor y Actriz en Argentina, gracias a la  Ley 24.171, sancionada el 30 de septiembre de 1992.

Entre los fundamentos de la ley, el Congreso Nacional consideró que «los actores y actrices rescatan el pasado dando vida a hombres y mujeres célebres de la historia, se adelantan a la época en la que viven y nos muestran los problemas de la vida cotidiana a través de personajes comunes que nos proporcionan gratos momentos, emocionándonos o haciéndonos reír».

La resolución también hace referencia a las palabras del General José de San Martín que en un decreto de 1821 declaró la protección y la libertad de los artistas teatrales. En esa época, los actores y las actrices eran considerados «infames». No podían recibir sacramentos religiosos, ser enterrados en cementerios, desempeñar cargos públicos o ejercer derechos civiles o políticos.

En su defensa, San Martín firmó una medida para reconocerles sus derechos explicando que “el arte escénico no irroga infamia al que lo profesa. Todo individuo que se proporciona su subsistencia en cualquier arte que contribuye a la prosperidad ilustre del país en que se halla es digno de la consideración pública” y consideró al teatro como un arte necesario, «un establecimiento moral y político de la mayor utilidad» para en la construcción de nuestra independencia.

A nivel mundial, el Día Internacional del Actor se celebra el 26 de agosto, en conmemoración de Ginés de Roma, un actor romano del siglo III que es considerado santo mártir por el catolicismo.